Este artículo se publicó hace 14 años.
Julian Assange prepara el contraataque
La policía británica puede detener al fundador de Wikileaks a partir del lunes
Wikileaks ha decidido que la mejor forma de hacer frente a los ataques que sufre su página web es pedir la colaboración de la comunidad que les apoya en internet. En la noche del sábado, lanzó un mensaje para popularizar la etiqueta "#imwikileaks" ("yo soy Wikileaks"), cuya primera consecuencia ha sido ampliar el número de páginas internet a través de las que se puede acceder al contenido de la web de Wikileaks.
Centenares de páginas han habilitado direcciones que funcionan como mirrors de la web original. Copias de su contenido continuarán existiendo aunque Wikileaks pierda el control sobre su dominio o el servicio de alojamiento a causa de las presiones norteamericanas.
EEUU está en condiciones de intimidar a las grandes empresas como Amazon o eBay (dueña del servicio de pagos por Internet Paypal) para que corten relaciones con Wikileaks, como así han hecho, pero poco puede hacer ante un movimiento de solidaridad que se extienda por la Red.
Wikileaks cuenta, además, con otro seguro de vida suplementario. Unas 100.000 personas descargaron un archivo cifrado cuyo contenido se desconoce. Según The Sunday Times, se trata de información sobre la petrolera BP y Guantánamo. "Si algo nos ocurriera, las contraseñas [para descifrarlo] se distribuirían de forma automática", dijo Julian Assange el viernes en un chat con los lectores de The Guardian.
Su abogado, Mark Stephens, confirmó a la BBC que el director de Wikileaks no aceptará ser entregado a Suecia. A partir del lunes, la policía británica podría detenerlo en cualquier momento para que comparezca ante un juez con vistas a su extradición.
Campaña políticaStephens dijo que la investigación sobre presuntos delitos sexuales en Suecia es una campaña política contra Assange. La primera acusación fue retirada por el fiscal general sueco en septiembre para ser resucitada poco después "por la intervención de un político sueco". El caso pasó a manos de un fiscal de Gotemburgo, y no de Estocolmo, donde se habían producido los hechos. "No olvido que Suecia fue uno de esos países serviles que aceptaron colaborar con los vuelos de la CIA", dijo el abogado.
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