Público
Público

Los españoles en Mauthausen vistos desde la lógica nazi: "Estos prisioneros nunca importaron al franquismo"

Prisioneros liberados del campo de concentración nazi de Mauthausen bajo la pancarta hecha por los españoles republicanos.
Prisioneros liberados del campo de concentración nazi de Mauthausen bajo la pancarta hecha por los españoles republicanos. Cpl Donald R. Ornitz

Una investigación recién publicada atestigua científicamente los nombres de 4.435 asesinados por el régimen nazi en Mauthausen. Aquí, los autores reflexionan sobre el tratamiento que estos españoles recibieron durante su éxodo: desde Francia hasta Alemania, para terminar en Latinoamérica o retornar al país galo.

En marzo de 1942 tan solo sobrevivían a Mauthausen 300 españoles. En los ocho meses previos, el régimen nazi asesinó a más de cuatro millares de españoles que, años antes de terminar en el campo de concentración, huyeron a Francia para escapar del nuevo régimen franquista que se instauraría en su país natal. Los historiadores Gutmaro Gómez y Diego Martínez publican la mayor investigación realizada hasta el momento en 'Esclavos del Tercer Reich. Los españoles en el campo de Mauthausen' (Cátedra, 2022), en la que ahondan sobre el destino de estos prisioneros que jamás perdieron su nacionalidad, en Francia fueron tratados como "indeseables" y sus últimas fuerzas las dedicaron para saludar a las fuerzas antifascistas que liberaron el campo austriaco. 

¿Cuántos españoles habéis podido atestiguar que fueron internados en Mauthausen?

Diego Martínez: El tema de las cifras siempre es muy complejo por la gran dispersión de fuentes que hay. La historiografía maneja un total de 7.251 nombres de españoles que pasaron por el campo de concentración. De los fallecidos, estimados en 4.750, se conocen todos los nombres, aunque de los que fueron allí deportados es más complicado. De todos ellos, nosotros hemos cotejado con fuentes inéditas los nombres de hasta 4.435. De todas formas, es algo complicado de saber de forma exacta porque hay fallecidos que no aparecen o internos no inscritos.

¿Cómo llegan los españoles a Mauthausen? ¿Por qué terminan internados?

Gutmaro Gómez: La mayoría proceden de la huida desde España al final de la Guerra Civil, los restos del ejército de Catalunya o de la Batalla del Ebro. Sabemos que a Francia llegan medio millón de españoles en un momento complicado para ese país, donde el frente popular deja paso a un gobierno de derechas que resuelve la cuestión de los refugiados españoles de forma autoritaria. Estos 500.000 españoles nunca tienen el estatus de refugiados y son tratados como indeseables, la categoría jurídica ligada a los nómadas, a los apátridas.

Cuando se produce la ocupación nazi de Francia, muchos españoles ya están censados según su categoría política. El eje Madrid-París-Berlín comparte políticas y métodos, en este sentido. Así, tienen dos métodos para apresar a los españoles en Francia que huyeron de Franco: primero porque saben dónde están y son entregados a la Gestapo o el ejército alemán, y luego porque otros muchos ya estaban incorporados a la legión extranjera francesa en batallones de trabajo, pero también en los Regimientos de Marcha de Voluntarios Extranjeros y Compañías de Trabajadores Extranjeros.

DM: Aquí es importante la figura de la custodia protectora vigente en el nazismo. A la mayoría los detienen como prisioneros de guerra, así que son destinados a los 'Stalags', campos para este tipo de prisioneros. A Mauthausen llegan el 6 de agosto de 1940.

GG: Esa custodia antes había recaído en checos, daneses o polacos. Es una máquina perfecta para la represión para todos los considerados como enemigos del III Reich.

A estos españoles, ¿el Estado franquista los considera como tal?

GG: Sabemos que en España se conoce el paradero de estas personas y que desde Alemania les preguntan cantidad de veces cómo actuar con ellas por vía diplomática, así que sí son consideradas como españolas. La respuesta desde España es nula, silencio administrativo. Estos prisioneros nunca importaron al franquismo. ¿Y quién estaba en la embajada española de Berlín en esos momentos? Eugenio Espinosa de los Monteros. La presión que sí ejerce a España para que sean deportados al país la hacen con Francia antes de la ocupación, con Vichy.

DM: Hay que recordar que la custodia protectora la Alemania nazi también la aplica de forma interna. Es una figura jurídica que permite al Estado alemán escoger a una serie de personas para llevarlas a los campos de concentración. ¿Por qué España no tiene nada que decir en el caso de los españoles en Francia? Porque Francia es territorio ocupado y los prisioneros los gestionan los nazis.

Hay un apartado de la publicación llamado 'Manual de castigo'. ¿Existía este documento como tal?

DM: Sí, existió, lo crearon en el campo de Dachau. Son directrices que básicamente fijan el funcionamiento de un campo de concentración. No podemos entender el III Reich de 1939 como el de 1943. Es decir, Alemania no se acostó con Weimar y se levantó con un Reich nazificado al extremo. Por eso, los primeros crímenes que cometieron levantaron ampollas y algunos fiscales investigaron lo que sucedía en estos centros. Eso puso contra las cuerdas a algunos guardias, pero también al propio Himmler que llegó a ser encarcelado.

Con el manual conseguían que hubiera una normativa que amparara lo que hacían en los campos. Oficialmente los guardias no podían maltratar sistemáticamente a los prisioneros, pero en realidad tenían carta banca para hacer con ellos lo que quisieran.

GG: En los campos, quien manda son las SS por encima del Estado. Nosotros, en el libro, lo que hacemos es entender la inserción de los españoles en ese mundo, que hasta el momento se había hecho a través de la propia experiencia de los internados y no desde la lógica y la forma de actuar de los nazis.

'Demasiados muertos, pocos trabajadores' es el título de otro apartado. ¿Qué relación guarda esto con el desarrollo de la Guerra?

GG: Cuando empiezan a perder la Guerra, a partir de 1942, todo lo vuelcan al esfuerzo de la contienda y adaptan la administración de los campos para que la producción aumente, al igual que mejoran los tratados con las empresas privadas.

DM: De los 4.400 españoles fallecidos que conocemos, todos menos 300 murieron entre agosto de 1941 y marzo de 1942. Estos no están sometidos al rendimiento del trabajo, sino al trabajo como castigo. Los españoles que sobreviven sí son apreciados en el campo como grandes resistentes, porque el campo no deja de recibir gente que en una semana probablemente muera.

Mauthausen, un campo destinado a los que consideraban irredimibles, como mendigos o alcohólicos, explica muy bien el exterminio por el trabajo, que sobre todo se da en la primera mitad de la guerra, aunque siempre se haya pensado que esto sucede al final. Al fin y al cabo, como en los últimos años quieren aumentar la producción de guerra, los nazis deben reducir la tasa de mortalidad. Y al menos inicialmente lo consiguen, aunque lejos de hacerlo mediante un mejor trato. El descenso se hace efectivo por la aparición de campos subsidiarios que acogen a personas de otros campos más duros, aunque en los últimos meses de la guerra estos también se convierten en auténticas trituradoras.

¿Alguno de los españoles internados fue utilizado como cobaya en experimentos científicos?

DM: Especialmente fueron utilizados para la experimentación con vacunas, como la del tifus y el cólera. Nosotros, en el libro, contextualizamos esta forma de hacer para que no parezca un caso aislado y el relato sea mucho más fidedigno de lo que fue: una red de campos de concentración que actuaban organizados y con las mismas estrategias.

Los españoles allí internos veían cómo poco a poco se les iba exterminando. ¿En algún momento albergaron algo de esperanza?

GG: De sus testimonios quedan pocos. Conocemos lo que escriben después, porque muchos supervivientes tienen la urgencia de contar lo que ha pasado. Prisciliano García Gaitero, cuyo caso personal vertebra el libro, cuenta cómo uno de los compañeros con los que cruzó los Pirineos hacia Francia fue mordido por un perro de las SS. Esa forma de vida te destroza la condición humana. En sus palabras se aprecia el abatimiento sin lugar a dudas. A este hombre, al final un médico le diagnostica y por ciertas circunstancias recibe ayuda y termina en Dachau, un campo algo mejor que Mauthausen en el que varios brigadistas le cuidan.

Pero no había mucha esperanza en el campo, al contrario. La gente se dejaba morir durante días, sobre todo cuando ves caer a esas personas con las que a lo mejor has luchado en la Guerra Civil española, terminas en unos barracones en Alemania sin saber muy bien cómo, y mueren. Eso lo vemos en los números. Cuando sumas el porcentaje de ratios de muerte en los grupos de afinidad, te das cuenta de la tragedia.

DM: La mayoría de ellos eran muertos vivientes. Los únicos que tenían algo de energía vital eran los capos de los campos de concentración. Para los que estaban más debilitados, a los que llamaban "musulmanes", prácticamente les era imposible seguir trabajando. La mayoría de ellos funcionaba por inercia, y el que no tenía un puesto privilegiado o algún conocido que le ayudara, moría, porque era imposible aguantar más de tres meses trabajando en la cantera de Mauthausen en esas condiciones.

Sí tenían algunos reductos. El sexo dentro de los campos de concentración, por ejemplo. Según cuentan, muchos no entendían la masturbación como una especie de necesidad biológica, sino que lo narraban como un acto de resistencia. Era una forma de sentirse vivos.

Es famosa la pancarta que recibió a las tropas liberadoras en Mauthausen realizada por españoles antifascistas. Tras la liberación, ¿cuál fue el destino para esos españoles ya marcados como antifascistas?

GG: Es un buen final que también es el principio de otra historia. Que esa pancarta esté en español demuestra la supervivencia y el grado de visibilidad que tenían en el campo.

DM: Por otra parte, tras la liberación del campo, las autoridades aliadas no contemplan otra cosa que la repatriación de los internos, lo que supone algunos problemas, como sucede con los españoles o aquellos que deberían retornar a países en ese momento bajo la órbita soviética, como los polacos.

En septiembre de 1945 se producen los primeros suicidios por esta cuestión y el alto mando aliado se da cuenta de que no puede repatriar a todo el mundo de manera forzosa, así que un millón de personas aproximadamente se queda sin saber dónde ir. Ese esfuerzo lo asume la Administración de las Naciones Unidas para el Socorro y la Reconstrucción, que en julio de 1947 es reemplazada por la Organización Internacional para los Refugiados. De hecho, la evolución que se produce de las definiciones dadas a las figuras de "desplazado" y "refugiado" es la semilla de su concepción actual.

Se dio el caso de que algunos españoles accedieron voluntariamente a volver a España, un total de 69, aunque ayudaron a 795. La mayoría se exilió, algunos se quedaron en Francia y otra buena parte marcha a Latinoamérica, sobre todo en Argentina pero también en otros muchos países.

GG: Esa dispersión ha contribuido que no se conozca bien esta historia. Tiene mucha trascendencia porque la liberación de Mauthausen es recibida en español, pero eso no se llega a producir en España en ningún momento por la larga duración del franquismo, y es una de las cosas que también nos separa del modelo de memoria de Europa.

¿Te ha resultado interesante esta noticia?

Más noticias