Este artículo se publicó hace 4 años.
Los escándalos del eméritoEl Gobierno se empantana buscando títulos homólogos al de rey emérito en "otras monarquías de nuestro entorno"
El Ejecutivo de Pedro Sánchez, en respuesta a Carles Mulet, senador de Compromís, aduce que el emperador japonés Akihito recibe el nombre de Daijô Tennô o Jôkô para justificar la concesión del título de rey emérito a Juan Carlos I.
Londres-
En 1975 y 978 España se distinguió en el mundo Occidental al instaurar la monarquía; la única resucitada en Europa en el siglo XX (otro tema son emiratos, califatos y sultanatos, igualmente hereditarios). Ahora vuelve a ser única, con un rey emérito trasladado a Abu Dhabi, desde donde intenta pasar cuentas con la Hacienda española por el dinero conseguido, fuera de su asignación, cuando era jefe del Estado. No es de extrañar en democracia que alguien pregunte si el Gobierno se plantea revocar, al menos, el título de rey emérito que por decreto le atribuyó el Gobierno de Mariano Rajoy en 2014 al abdicar su ilegítima legitimidad en su hijo Felipe VI.
El senador de Compromís Carles Mulet es el que preguntó al Gobierno a principios del mes de diciembre si pensaba retirar los títulos honoríficos al acusado de presunta corrupción. Le contestó José Antonio Montilla, Secretario de Estado de Relaciones con las Cortes, diciendo que los oropeles de Juan Carlos tienen "precedentes históricos y son la costumbre de otras monarquías". Una respuesta improvisada e inventada con la que se ahonda en el fango, puesto que en ninguna de las monarquías europeas hay rey emérito alguno. El más parecido sería Alberto II de Bélgica, país con tradición de abdicar, y donde quien llega a rey lo es para siempre (como los presidentes de la Generalitat catalana) en activo o jubilado, pero sin emérito.
Un portavoz de la Casa Real belga dice que "en Bélgica un rey es siempre rey y mantiene el título [a secas] después de la abdicación, aunque no es rey en sentido constitucional; Alberto II mantiene el título de rey y su hijo Felipe, oficialmente, rey de los belgas".
El senador formuló de nuevo la pregunta, en mayor tono, por escrito; y ha sido contestada de la misma forma, y más liada todavía en su contenido. La Secretaría de Estado de Relaciones con las Cortes reitera "la designación de rey emérito, otorgada a título honorífico y vitalicio, no contemplado en la Constitución Española". Y pone de ejemplos, de "monarquías de nuestro entorno", a Alberto II de Bélgica, al Gran Duque de Luxemburgo y al emperador japonés Akihito, "quien recibe el nombre de Daijô Tennô o Jôkô". Solo falta que recuerde la ópera cómica El Mikado, la historia de un antiguo rey japonés que castigaba con duras penas las faltas morales de sus súbditos.
El Gobierno español, en su afán de apoyar la monarquía y modernizar lo inmodernizable, no encuentra paralelos a su propia historia. Más papista que el Papa al inventarse y mantener el título de rey emérito para quien ha quedado desacreditado por 40 años de falso campechanismo, presunta corrupción e inviolabilidad.
El senador Carles Mulet no está satisfecho con la explicación a la japonesa y califica la respuesta de "patética excusa del Gobierno del PSOE para mantener una monarquía corrupta, de la que ahora anuncian una reforma legislativa para blindarla". "La contestación al mantenimiento de los títulos va en la misma dirección que la reforma; justificar a un personaje corrupto y por ende a la institución que ha personificado durante cuatro décadas", añade el senador de Compromís.
La instauración de la monarquía con el rey Juan Carlos I ha resultado en coherencia con su bagaje familiar; de quita y pon, como sus predecesores en el trono; desde Alfonso XIII a Isabel II pasando por dos repúblicas y varias dictaduras. Una trayectoria distinta a las cinco monarquías, o cuatro (Bélgica, Holanda, Dinamarca y Suecia) si se excluye Luxemburgo que no tiene título de rey, de los 27 miembros de la Unión Europea (UE) y las dos (Reino Unido y Noruega) de fuera de la UE. En ninguna de las que han sobrevivido hasta hoy conocen título homólogo al de rey emérito, aunque el Gobierno español ande en su busca. El Mikado, quizás, les dé una respuesta.
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