MADRID
La democracia que nacía en España en el año 1978 lo hacía con un déficit de Memoria. La Ley de Amnistía de 1977, que en la práctica funcionaba como una Ley de punto y final para no juzgar a los responsables franquistas, junto a una especie de Pacto de silencio, mediante el cual no se podía hablar del pasado en aras al futuro, obligaba a la recién estrenada democracia a crecer sin referentes democráticos y de justicia social. Nacía una democracia sin pasado. Sin modelos de referencia en la resistencia a la dictadura o en la lucha por los derechos. O lo que es casi peor, igualaba y ponía al mismo nivel a destacados líderes franquistas, como Manuel Fraga, con otros como el sindicalista Marcelino Camacho. Todos eran igual de importantes.
Los jóvenes nacidos a partir de 1978 apenas sí obtenían información sobre su pasado. Un poco de temario en los estudios obligatorios y la serenata de la necesidad de no reabrir heridas. La lucha antifranquista y su recuerdo quedaba relegada, prácticamente, a los pequeños homenajes que las organizaciones sindicales y partidos políticos, como PSOE o PCE, realizaban a los suyos. Pero los tiempos fueron cambiando. Las víctimas del franquismo continuaron luchando por el derecho a la verdad, a la justicia y a la reparación y los jóvenes nacidos a partir del 78, sin necesidad de tener familiares entre los represaliados, comenzaron a rebuscar en los libros y en sus mayores referentes democráticos para construir futuro. Y es que la Memoria no era un capricho sino un derecho de la ciudadanía, un derecho que se hace más necesario que nunca en el presente para la construcción de una cultura de los derechos humanos.
La Memoria encontró así un cauce para sobrevivir: una larga conversación intergeneracional entre aquellos luchadores antifranquistas y esos jóvenes ávidos de conocimiento y que sienten como propia la deuda del Estado español en términos de verdad, justicia y reparación. Entre todos, entre todas, se fueron forjando nuevos lazos, construyendo nuevos puentes y creando nuevas Memorias para afrontar el futuro.
Portada de 'Construyendo memorias entre generaciones', coordinado por Ana Messuti y publicado por Editorial Postmetropoli
La abogada Ana Messuti, integrante del equipo jurídico que impulsó en Argentina la única causa judicial que investiga los crímenes del franquismo, ha reunido a algunos de estos jóvenes ávidos de Memoria en un mismo libro. El objetivo: que estos tuvieran un espacio de libertad para escribir por qué se han interesado tanto por algo que en principio les quedaba tan lejos y, a la vez, tan cercano.
El resultado es la obra Construyendo memorias entre generaciones (Editorial PostMetropolis) que este martes se presenta en Madrid en la librería Muga a las 19 horas. En ella escriben la doctora en Antropología y Sociología Marina Montoto, autora de una tesis doctoral sobre la construcción social de la 'víctima' en la querella argentina; Manuela Bergerot, experta en políticas públicas de Memoria; Alejandro Lerena, abogado y profesor de Derecho en la Universidad de Aix-Marseille; María Laura Martín-Chiappe, que realiza su tesis doctoral sobre los procesos socioculturales y políticos que acompañan la apertura de una fosa común; René Pacheco, que trabaja en la búsqueda y exhumación de fosas por todo el territorio español con la ARMH; y Alejandro Torrús, periodista de Público que se encarga de la información relacionada con la sección Memoria Pública.
"Los temas giran en torno a las víctimas del franquismo, la querella argentina, el papel de los jóvenes, las experiencias de exhumaciones en sí mismas o en las consecuencias sociales que generan, el derecho que rige en España y el que debería regir, e incluso se propone a los periodistas un imperativo categórico de respeto a los derechos humanos", escribe la coordinadora de la obra, Ana Messuti en su introducción.
Asimismo, Messuti hace referencia a la responsabilidad de estos jóvenes para recuperar la Memoria como una necesidad para el presente. "Esta generación comprende que no es posible establecer una democracia como es debido sin reconstruir esa historia, sin tener en cuenta a las víctimas, sin buscar la verdad y exigir la justicia, hacia el pasado de su presente, para el presente de su pasado y mirando al futuro de su presente", sentencia.
Cabe destacar que la obra está dedicada al abogado Carlos Slepoy, impulsor de la querella argentina e incansable luchador en la defensa de los Derechos Humanos, que falleció en abril de 2017 y quien tanto hizo por involucrar a los más jóvenes en la defensa de los derechos humanos de las víctimas de la dictadura franquista.
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