La vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, ha vuelto a poner de manifiesto su desacuerdo con el giro unilateral de Pedro Sánchez respecto al Sáhara Occidental, esta vez en el Congreso de los Diputados. Díaz ha sido preguntada este miércoles en la sesión de control al Gobierno por su rechazo a participar a la cumbre bilateral entre España y Marruecos celebrada a principios de febrero en Rabat.

La diputada de Vox Inés Cañizares le ha preguntado por su ausencia en esta  reunión y le ha acusado de posicionarse "en el mismo lado que el rey de Marruecos", que tampoco estuvo presente, aunque mantuvo una conversación telefónica con Pedro Sánchez.

Díaz se ha referido al Sáhara Occidental para responder a la pregunta parlamentaria y, como adelantó Público, relacionó su ausencia en Rabat con su discrepancia con Sánchez respecto a este asunto.

"Me parece que acerca del Sáhara y Marruecos mi posición es conocida y nos gustaría, sí, que en el marco de las Naciones Unidas y respetando los derechos humanos busquemos una salida justa. Creo que esto es lo que quieren miles de familias españolas que acogen a niños saharauis todos los veranos, los cuidan y velan por sus derechos", ha dicho.

La vicepresidenta ha criticado las propuestas de la ultraderecha respecto a las relaciones con Marruecos y ha recordado que el presidente de Vox, Santiago Abascal, afirmó que no tenía posiciones en materia de política exterior: "¿Qué política decente se puede hacer sin convicciones?", se ha preguntado.

Díaz se ha referido a "las recetas de política internacional de Vox": "La primera es la gran idea de levantar un muro en Ceuta y Melilla pagado por marruecos; la segunda es enviar buques de guerra, fragatas, a las islas Canarias. La política internacional es seria y exige rigor", ha concluido. 

El encuentro en Rabat tuvo lugar después de que Pedro Sánchez protagonizara hace casi un año (en marzo de 2022) un hecho sin precedentes en las relaciones entre España y Marruecos, por un lado, pero que también terminó afectando a la diplomacia con Argelia. El presidente del Gobierno envió una carta al monarca marroquí en la que aceptaba el plan de autonomía para el Sáhara Occidental.

España abandonaba de esta manera su posición de neutralidad activa en el marco de la ONU y se posicionaba, por primera vez y de forma oficial, a favor de una de las partes en el conflicto, Marruecos.

La decisión del presidente y del ala socialista del Ejecutivo no fue debatida ni consensuada con Unidas Podemos, lo que suscitó las críticas de todo el espacio confederal, contrario a que España abandone su neutralidad y se pliegue a Marruecos en el conflicto del Sáhara.