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Eutanasia El doctor condenado por eutanasia se sube al escenario: "La muerte no siempre es de color negro"

Marcos Hourmann, sentenciado tras provocar la muerte de una paciente terminal en 2005, se sube a las tablas del Teatro del Barrio de Madrid donde se representa a sí mismo y reflexiona sobre el derecho a morir dignamente.

El médico Marcos Hourmann en 'Celebraré mi muerte'.- TEATRO DEL BARRIO

“Sí, yo lo hice. Yo tomé la decisión, llené la jeringuilla y apreté el émbolo. Yo inyecté el cloruro potásico. Provoqué la muerte porque creo en la vida”. Duras declaraciones las del médico Marcos Hourmann, testimonio en primera persona de una historia que termina en encrucijada, la de un médico condenado en España por practicar una eutanasia. Una confesión que viene desgranando sobre las tablas del Teatro del Barrio desde el pasado 21 de marzo y que en breve retomará hasta el próximo 5 de mayo.

Hourmann se abre en canal en Celebraré mi muerte. Rememora un calvario que empezó en 2005 en el mismo momento en el que terminaba la agonía de Carmen, enferma terminal de cáncer de colon que llevaba meses padeciendo un infierno en la vida. Con 82 años, hemorragias internas y un infarto de miocardio, el médico entendió que no había necesidad de alargar su sufrimiento. Tras anotar las causas de la muerte en el parte médico, llegaron las denuncias de sus propios compañeros del hospital Móra d’Ebre (Tarragona), donde ocurrieron los hechos. Pocos meses después, Marcos recibía una notificación del juzgado: estaba acusado de homicidio. La familia nunca lo denunció, pero sí el hospital.

“Yo estuve ahí, vi morir a mi padre con todo ese dolor y no pude hacer nada”, confiesa el doctor al otro lado del teléfono desde Barcelona, ciudad en la que reside. “Como médico no podía más que sedarla, pero el sufrimiento de su familia me hizo ver que nadie merece morir de esa manera, fue un punto de inflexión”. Un instante que condicionó –y de qué manera– su vida posterior. Un jurado popular debía dictar sentencia sobre su caso, pero el juicio nunca llegó a celebrarse. La fiscalía ofreció a Marcos declararse culpable, aceptar una condena menor y evitar de este modo la prisión.

"Sin humanidad uno no puede ser médico"

Así fue como esquivó la cárcel, pero así fue también como abrió la puerta a una segunda condena, una que no tardaría en llegar y que le dejó muy tocado. “A los seis meses de empezar el proceso judicial marcho a Inglaterra e intento rehacer mi vida. Apenas un año después, cuando todo parecía ir bien, alguien vendió mi historia a un tabloide inglés y me encontré con una portada en la que aparecía fumando en el jardín de mi casa bajo un epígrafe en el que se me bautizaba como killer doc [doctor asesino]”. Vuelta a empezar. Sin poder trabajar en Inglaterra regresó a España, donde la mayoría de hospitales le siguen dando la espalda.

Marcos Hourmann.- TEATRO DEL BARRIO

Marcos Hourmann.- TEATRO DEL BARRIO

Actualmente trabaja como médico de urgencia domiciliaria. “La muerte forma parte de nuestra profesión, no son conceptos antagónicos. A veces es un diagnóstico erróneo y a veces, simplemente, es que no podemos ayudar más. La parte humana es la que menos se le enseña a un médico, y sin humanidad uno no puede ser médico”, añade.

Ha pasado más de una década, Marcos ha decidido contar su historia, ya lo hizo por escrito en Morir viviendo, vivir muriendo, y de un tiempo a esta parte lo hace en el Teatro del Barrio bajo la dirección de Alberto San Juan. “Para mí es como una catarsis, el escenario me ofrece la posibilidad de explicar que la muerte no siempre es de color negro, lo que vivo en el teatro es un encuentro de emociones muy potente, un chute de energía que hace que valga la pena todo el dolor que he pasado”.

El debate vuelve a la palestra

El caso de María José Carrasco, afectada durante tres décadas por esclerosis múltiple, y de su suicidio asistido por su marido Ángel Hernández, ha reabierto –si es que alguna vez llegó a cerrarse– el debate sobre la muerte digna en nuestro país. “Ver a Ángel salir esposado tras ayudar a morir a su mujer resulta ridículo”, zanja Hourmann.

Una historia que el doctor relaciona con otros casos como el de Maribel Lorente, [la mujer enferma de alzhéimer cuya familia pidió regular la eutanasia para cumplir su deseo], y con la lucha que mantuvo el doctor Luis Montes por la muerte digna. “La historia de Ángel nos habla de esa otra parte que forma la familia obligada a huir o a esconderse, espero que sirva también para empezar un camino de esperanza”.

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