Público
Público

EEUU Quién es quién en los posibles relevos a Trump en el Partido Republicano

De producirse el 'impeachment' de Trump, la lista de posibles nombres a suceder al presidente norteamericano en el liderazgo del Partido Republicano es larga: desde clásicos detractores como Mitt Romney o Marco Rubio pasando por quienes hasta ahora se han pronunciado contra el presidente por su llamada a Zelenski.

De izquierda a derecha,algunos de los posibles relevos: Mitt Romney, Joe Walsh, Bill Weld, Mike Pence y Mark Sanford.- REUTERS

El 24 de septiembre, martes por la tarde en Washington DC, la demócrata y presidenta de la Cámara de los Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, anuncia el inicio de la investigación previa para el proceso revocatorio de Donald Trump; el temido impeachment. No transcurrieron ni 48 horas desde el anuncio de Pelosi y ya se habían abierto las primeras grietas, aunque tibias y cautelosas, entre los republicanos. Con el paso de los días, las posiciones se enfriaron y no fueron a más, pero esos movimientos ya están planteados ante lo que pudiera pasar con Trump al frente de la Casa Blanca. ¿Quiénes son esos posibles nombres que podrían suceder a Trump o podrían alinearse como oposición en caso de que el presidente fuera revocado?

Entre los críticos de esa primera hora, Mitt Romney, un clásico entre los detractores de Trump y candidato a las presidenciales de 2012, así como los senadores Ben Sasse (por Nebraska y a sus 47 años uno de los jóvenes representantes con mayor proyección en el partido), Susan Collins (Maine), Pat Toomey (Pennsylvania) y Will Hurd (Texas), aunque este último quizás se expresó más abiertamente al estar totalmente de salida al no optar a la reelección. Pero si todas las miradas se dirigen hacia una persona, ésta es el actual vicepresidente Mike Pence. Tampoco habría que dejar de lado a quienes en su día rivalizaron con Trump en las primarias del partido: Marco Rubio y Ted Cruz. De momento, apoyan a Trump pero podrían dar el salto si la cosa se pone mal para el presidente.

En general, todos ellos encontraron “preocupante” y “problemático” el contenido de la llamada de Trump al presidente ucraniano Zelenski. Acaso el más duro fue Sasse quien dijo que era obvio que no se podía negar que había “un montón de cosas muy problemáticas”. Sasse está considerado un político con futuro y reputación en su estado, Nebraska, un territorio fácil y muy consolidado para los republicanos.

Mike Pence sería, de caer Trump, el presidente interino del país hasta enero de 2021

En cuanto a líderes territoriales, el único que hasta ahora se ha señalado criticando a Trump ha sido el gobernador de Vermont, Phil Scott, otro detractor habitual de Trump y quien defendió el pasado jueves la investigación del impeachment. Si bien es cierto que Scott, como sucedía con el ya citado Hurd, está también apurando su mandato de gobernador y puede expresarse así sin el riesgo de pagar ninguna factura.

Un caso curioso fue el apoyo al proceso de impeachment que reveló el viernes 27 el miembro de la Cámara de los Representantes el republicano de Nevada Mark Amodei para luego rectificar el lunes siguiente a través de su equipo, por lo que no resultó muy convincente.

Pero, ¿y qué hay de quienes han guardado silencio o tratan de mantener un perfil bajo? El primer nombre en esta lista es el del vicepresidente del país, Mike Pence quien sería, de caer Trump, el presidente interino del país hasta enero de 2021.

Durante los primeros días tras el anuncio del impeachment, Pence se puso de lado. Su reacción no llegó hasta el pasado jueves, cuando defendió sin ambages a Trump (“en ningún momento presionó a Zelinski”) y pidió, en la línea marcada por el presidente, que se investigase si Biden y su hijo habían cometido algún tipo de corrupción.

“Pence está pensando en competir por el liderazgo republicano para las elecciones de 2020 porque cree que Trump no tiene ninguna posibilidad de ganar”, aseguró el pasado jueves Tom LoBianco en el programa Fresh Air de la radio pública de Washington WAMU.

LoBianco presentó ese mismo día en la capital norteamericana una biografía de Pence (Piedad y poder: Mike Pence y la toma de la Casa Blanca), a quien califica de conservador clásico, antiabortista, religioso… pero de un estilo mucho más sosegado, como él mismo le dejó claro a Trump cuando lo sondeó para el puesto: “No soy ningún matador [killer]. Si quieres a alguien así, busca a otro”, le dijo a Trump en Indianápolis. Aun así, “una presidencia suya sería como la de George W. Bush y con una mayor relajación fiscal que con Trump”, advirtió LoBianco en la entrevista con la WAMU.

Acaso por aquello de poner el parque antes que la herida, Trump quiso poner una gruesa sombra sobre Pence en su declaración ante la prensa un día después del anuncio del impeachment por parte de Pelosi: “Creo que deberíais preguntar las conversaciones del vicepresidente Pence [con Zelenski] porque él tuvo un par de charlas también con él”.

En un artículo publicado el jueves en The Nation, la corresponsal de asuntos políticos Joan Walsh señaló pertinentemente que esta acción de Trump “de implicar a Pence en el lío de Ucrania fue bastante coherente. El mensaje a su partido es claro: vosotros no estáis al margen del impeachment. Se ha resaltado”, continúa Walsh en su artículo, “el estilo mafioso de Trump en la llamada a Zelenski, pero ese estilo es también el que Trump emplea hacia su propio partido”.

Respecto a otros nombres del Partido Republicano como Ted Cruz o Marco Rubio, de momento se han alineado en la defensa de Trump. Cruz ha señalado que el impeachment es “un circo” de los demócratas mientras que Rubio lo calificó de frivolidad: “Deberíamos estar en Washington resolviendo los problemas de la gente y no creando otros nuevos”.

Otros nombres con peso en el partido que aún no se han pronunciado y que podrían liderar algún tipo de oposición al actual presidente llegado el caso (es decir, si la situación se pone muy oscura y si las encuestas empiezan a revelar que el votante republicano apoya el impeachment) son el senador por Tennessee Lamar Alexander, un nombre con mucho prestigio en el partido (si bien tiene 79 años); el senador por Kansas Pat Roberts (éste con reputación, menos nombre y cuatro años más que Alexander).

“Otros senadores a cuyos movimientos hay que estar atentos son aquellos que tienen elecciones en 2020 y que, en un momento dado, podrían ver sus asientos en peligro”, señala el politólogo de Politikon Roger Senserrich. Entre ellos, Martha McSally, por Arizona; Cory Gardner, por Colorado; Joni Ernst, por Iowa; la ya citada Collins, por Maine; y John Cornyn, por Texas, “quien tendrá unas duras elecciones en su Estado”, añade Senserrich.

Las primeras grietas en forma de críticas a Trump ya han aparecido. De momento, con cautela

“Además de éstos, habría que sumar algunos nombres más, los sospechosos habituales contra Trump, como Lisa Murkowski, de Alaska, e incluso alguien como Ted Cruz, que no tiene reelección hasta 2024 y que le tiene muchas ganas a Trump. Quién sabe si en un determinado momento, según cómo estén las cosas, podría intentarlo”, apunta el politólogo.

Cerrarían la lista los tres candidatos oficiales a pugnar (es un decir: no tienen apoyos en el partido y ninguna opción real) por el liderazgo del Partido Republicano en las primarias del partido: Joe Walsh, Bill Weld y Mark Sanford. Los dos primeros protagonizaron un debate en Nueva York el martes por la noche y se mostraron a favor de revocar a Trump.

Así que en este momento las cuestiones son tres. Las dos primeras serían: ¿qué posibilidades reales hay de que prospere el proceso y el Senado tenga que efectuar la votación final? Y, ¿qué opciones habría, llegado ese caso, de que dos tercios de la cámara, de mayoría republicana por 53 a 45, expulse a Trump de la Casa Blanca, para lo que harían falta 67 votos?

La tercera pregunta surge de esta última: si empiezan a verse opciones de que el Senado (con el voto de muchos senadores republicanos) apruebe la revocación de Trump, ¿qué miembros del Partido Republicano podrían sucederlo para liderar el bando republicano para postularse a las elecciones de noviembre de 2020?

Así que el impeachment no sólo es una partida a dos bandas Trump vs. demócratas, también puede acabar siendo una partida en el seno mismo del partido liderado por Trump para buscar un sucesor que bien podría tener más opciones que Trump de vencer al candidato demócrata (de momento Biden es el mejor situado) en las elecciones del próximo año.

De modo que todas las declaraciones que se oigan habrá que pasarlas por ese tamiz porque a partir de ahora todo el mundo tratará de hilar muy fino. Y una cosa está clara: con un ojo mirarán a los medios de comunicación y las redes sociales, los elementos con que se tejen las dichosas narrativas; con el otro, a las encuestas de opinión.

Las primeras grietas en forma de críticas a Trump ya han aparecido. De momento, con cautela. Si van a más o a menos dependerá en gran medida de eso: de cómo y quiénes irán protagonizando y desarrollando esta partida, y de las encuestas.

En esta fase inicial del impeachment se antoja improbable que la votación final en el Senado pueda derrocar a Trump. Pero, ¿y si la popularidad de Trump se desplomara y el apoyo al impeachment aumentara, sobre todo entre el votante republicano?

“En las primeras horas del anuncio de la investigación preliminar el apoyo al impeachment era de un 30 o 35%, pero con el paso de los días ya se ha situado en un 50 por ciento”, señala Senserrich. De hecho, el pasado miércoles, el medio Político publicó la primera encuesta en la que el apoyo a la revocación de Trump era superior a su rechazo (46 por ciento frente a 43). Sin embargo, según esta encuesta, apenas el 9 por ciento de los votantes republicanos apoyaban el proceso de impeachment.

Aun así, los primeros movimientos de en el tablero del impeachment ya están planteados. Y la estrategia de Trump está clara: hizo pública con rapidez la transcripción de la llamada a Zelenski para dar a entender que no oculta nada ni hay en ella nada no pase todos los días en las relaciones entre presidentes… y así convertir el impeachment, en primer lugar, en una caza de brujas de los demócratas y en una cuestión patriótica y, en segundo término, en una herramienta para verter una cantidad ingente de desinformación y de acusaciones sobre la (jamás demostrada) corrupción de los Biden.

De este modo, ¿qué republicano no será visto como un traidor si da ese paso al frente teniendo en cuenta todo lo dicho? Éste es el juego planteado por Trump, una especie de Après moi, le déluge (Después de mí, el diluvio, algo así como: Sin mí, quedará la nada), atribuido a Luis XV durante la batalla de Rossbach contra Prusia en 1757, batalla, por cierto, que perdió Luis XV y ni llegó el diluvio, ni ningún apocalipsis.

“Sin embargo, la cosa puede pintar muy mal para él porque la gran ventaja de los demócratas es que este tema es muy fácil de comprender para el público en general: ha tratado de presionar a un líder extranjero para influir en unas elecciones nacionales… y es posible además que vayamos conociendo elementos incluso peores”, opina Senserrich.

Tampoco es incoherente pensar que Trump ha lanzado esta estrategia para desviar la atención ante los primeros síntomas de ralentización de la economía de Estados Unidos, que era la baza principal que usaba hasta ahora para vindicar su mandato y su gestión.

“Es cierto que Trump tiene ahora mismo un 85 o 90% de popularidad entre los votantes republicanos, pero si llegamos a enero, en medio del impeachment, y los datos económicos son de recesión, todo puede cambiar muy rápidamente”, afirma el politólogo de Politikon.

De salir Trump adelante en la votación del Senado, "será muy difícil que no llegue a las elecciones de 2020 como candidato"

En la misma línea se expresa Joan Walsh, de The Nation, en declaraciones a Público: “Realmente creo que la unidad republicana en la defensa de Trump puede romperse si las encuestas muestran que el impeachment es popular entre los votantes. Incluso, quién sabe si alguien como Romney no podría tratar de lanzarse a la carrera por sucederlo”. “Si republicanos de la Cámara de Representantes o del Senado se empiezan a sentir vulnerables en sus Estados o distritos, ellos se antepondrán a la defensa de Trump y creo que en este sentido los más vulnerables pueden ser gente como Joni Ernst en Iowa o Cory Gardner en Colorado, que optan a su reelección en 2020”, sostiene Walsh.

Aunque aún pueden presentarse candidatos para pugnar por el liderazgo republicano en las primarias del partido, es casi imposible que nadie de peso se presente. “Sería un suicidio electoral, suyo y del partido”, asegura Senserrich. De este modo, cualquier opción de relevar a Trump pasa ahora por el impeachment, es decir, por que la votación en el Senado salga adelante.

Esto implica el voto a favor de 20 senadores republicanos, “lo cual, visto desde la perspectiva del ahora, es casi imposible también que ocurra”, apunta el politólogo. Habrá que estar atentos a la narrativa y a las encuestas. “Habrá que estar atentos porque en cuanto uno o dos miembros del partido republicano den un paso al frente, para el resto será más fácil”, asegura Senserrich.

De salir Trump adelante en la votación del Senado, “será muy difícil que no llegue a las elecciones de 2020 como candidato. La única opción sería que su partido lo salve de ser revocado y que luego él diera un paso a un lado, pero esto en Trump sería milagroso. El partido ahora mismo es él”, explica el politólogo.

Aun así, la pasada semana, Jeff Flake, antiguo senador de Arizona y crítico habitual del presidente norteamericano, aseguró a la FOX que “alguien ha dicho que si el voto en el Senado fuera en secreto al menos 30 senadores republicanos votarían la renovación de Trump. Creo que esto es mentira. Serían por lo menos 35”.

También es cierto que mientras todo esto sucede, la campaña de Trump está alcanzando récords de recaudación y las encuestas no reflejan ninguna mella en su valoración entre el electorado republicano. Además, el viernes se hizo público el dato sobre el desempleo y el país registró la mejor cifra de los últimos 50 años. “Wow América, hagamos un impeachment contra el presidente (¡aunque no haya hecho nada malo!)”, escribió enseguida Trump en su cuenta de Twitter.

Así que Trump ha aprovechado esta semana para redoblar su apuesta y, tras revelarse que pidió a Australia ayuda para desacreditar el llamado Rusiagate, el presidente ha insistido en solicitar públicamente a Ucrania y a China que investiguen a Biden y su entorno por corrupción. El descaro como forma de disimular y de dar un barniz de normalidad a una acción como mínimo impropia.

En cualquier caso, el tablero y las piezas ya están desplegados. Así que, como dijo Julio César tras cruzar el Rubicón, Alea jacta est. Es decir: el impeachment ya está lanzado.


¿Te ha resultado interesante esta noticia?

Más noticias de Internacional