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Sáhara Occidental La carrera de fondo, silenciosa y silenciada de la diplomacia saharaui

El camino hasta la sentencia que anula los acuerdos de Marruecos con la UE que incluyen al Sáhara no ha resultado sencillo. Existe un precedente: en 2015, el TJUE anuló el acuerdo comercial para la liberalización de los productos agrícolas y pesqueros para el territorio del Sáhara Occidental.

Desfile de las tropas saharauis durante la celebración del 45 aniversario de la declaración de la República Árabe Saharaui Democrática.
Desfile de las tropas saharauis durante la celebración del 45 aniversario de la declaración de la República Árabe Saharaui Democrática. STR / Dpa / Europa Press

La sentencia del Tribunal General de la UE (TGUE) que anula los acuerdos comerciales y de pesca entre la Unión Europea (UE) y Marruecos por considerarlos ilegales al incluir el Sáhara Occidental sin contar con el beneplácito del pueblo saharaui es una victoria para el pueblo saharaui y su legítimo representante, el Frente Polisario. Sin embargo, el camino hasta llegar a esta sentencia no ha resultado sencillo, existiendo un precedente en 2015, cuando el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) anuló el acuerdo comercial para la liberalización de los productos agrícolas y pesqueros con Marruecos para el territorio del Sáhara Occidental.

Juan Soroeta, profesor de Derecho Internacional en la Universidad del País Vasco (UPV), recuerda que aquella sentencia de 2015 "era perfecta porque aplicaba el Derecho Internacional, negando la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental". Desde su punto de vista, los recursos posteriores que permitieron mantener dichos acuerdos "fueron una auténtica chapuza" gracias a "las presiones de los Estados".

El gran valor de la sentencia del TGUE para Soroeta es que "el Frente Polisario tiene legitimización activa para representar al pueblo saharaui antes los tribunales de la Unión Europa", algo que no había sucedido nunca. En esta misma línea, Abdulah Arabi, Delegado del Frente Polisario en España, aunque admite que "acudíamos convencidos de que la sentencia iría en esta línea, teníamos con mucha cautela porque hoy en día todo es posible, introduciendo un término que le dé la vuelta a todo".

Soroeta: "El Frente Polisario tiene legitimización para representar al pueblo saharaui antes los tribunales"

Se refiere Arabia cómo en los recursos anteriores la expresión "en beneficio de las poblaciones" se utilizó como si implicara consentimiento cuando no era así. Además, matiza Soroeta, "las consultas se realizaron en los Territorios Ocupados a los colones marroquíes que, obviamente, votaron a favor de los acuerdos". Con la sentencia actual se abre la puerta a un cambio de interlocución por parte de la UE en las negociaciones sobre la explotación de los recursos naturales en el Sáhara Occidental. Arabi afirma rotundo que "siempre hemos afirmado y hoy lo reiteramos más que nunca que estamos dispuestos a negociar y dar el consentimiento al Estado que lo desee, a la empresa que lo desee, a trabajar con nosotros en el beneficio de los recursos pero tiene que repercutir sobre el pueblo saharaui que es quien ha de dar el consentimiento y hasta ahora el único representante legitimado para ello es el Frente Polisario".

El antecedente de 2004

Tanto Soroeta como Arabi coinciden a la hora de calificar la sentencia del TGUE como "el fruto de un duro y largo trabajo" de la diplomacia saharaui que entre sus grandes éxitos, por ejemplo, cuenta en 1982 con la adhesión de la RASD (República Árabe Saharaui Democrática) a la Organización para la Unidad Africana (OUA), según destaca el profesor de la UPV. Aquel hito propició el abandono de la organización por parte de Marruecos, aunque años después regresaría, ya como Unión Africana (UA).

Tanto Soroeta como Arabi califican la sentencia del TGUE como "el fruto de un duro y largo trabajo"

Ese trabajo en la sombra que realizan todos los representantes del Frente Polisario, así como la determinación y dignidad del pueblo saharaui, configuran a ojos de Arabi la receta para que 45 años después el Sáhara Occidental continúe en la agenda y no se haya resuelto a favor de Marruecos. Uno de estos representantes es Mouloud Said, delegado del Frente Polisario en Washington, donde lleva cerca de tres décadas. Said relata cómo el primer acuerdo sobre el que se basa la sentencia europea fue el que se aprobó en el Congreso estadounidense en junio de 2004, que también excluyó al Sáhara Occidental del acuerdo comercial entre Marruecos y EEUU. En el anexo de aquel Tratado de Libre Comercio (TLC), el Sáhara Occidental quedaba explícitamente excluido al no reconocerse la soberanía de Marruecos sobre este territorio. Según indicaba el texto aprobado, "el TLC abarcará el comercio y la inversión en el territorio de Marruecos reconocido por Estados Unidos, que actualmente no incluye el Sáhara Occidental".

Presidía entonces George W. Bush y la buena sintonía que su padre había mantenido con el pueblo saharaui volvía a aparecer. De hecho, Said recuerda la Administración de George H. W. Bush (1989-1993), con el que posteriormente sería representante especial del secretario general de la ONU para el Sáhara Occidental, James Baker, como Secretario de Estado, como uno de los periodos de más complicidad entre la Casa Blanca y el Frente Polisario. Tanto es así, que según Said, no sólo fue Bush padre quien obligó a Marruecos a firmar el alto el fuego en 1991, sino que ese mismo año, "condicionó la cena de Estado que tuvo lugar en Washington entre Bush y Hassan II a que éste liberara presos saharauis".

En el discurso de aquella cena, el presidente estadounidense, que consideraba a Hassan II un buen amigo personal, alentó a que "así como hemos trabajado juntos para frustrar la agresión, también podemos trabajar juntos para promover la paz y la estabilidad en el Medio Oriente, en el Golfo y en el Sáhara Occidental. Será obra de viejos amigos, la construcción de un nuevo orden mundial".

"Jamás hemos convertido la causa saharaui en una asunto de partido ni ideologías", señala Said

El delegado del Frente Polisario en Washington valora positivamente que "jamás hemos convertido la causa saharaui en una asunto de partido ni ideologías", por lo que cuenta tanto con el apoyo de los congresistas y senadores de ambos corrientes. Si en la década de los 90 fue "Ted Kennedy [senador demócrata, hermano del presidente John Fitzgerald Kennedy, asesinado en 1963] quien nos abrió muchas puertas en EEUU", este mismo año el ala más conservadora del partido republicano remitía una dura carta al presidente Joe Biden arremetiendo contra la decisión de Donald Trump en el ocaso de su mandato de reconocer la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental". Firma por casi una treintena de representantes republicanos, el texto concluía con la tajante afirmación de que "el pueblo saharaui merece el derecho a decidir libremente su destino".

Diplomacia con pocos medios

Así pues, la diplomacia saharaui sobre la que raramente ponen los focos los medios de comunicación continúa teniendo peso, ganando terreno lentamente al estancamiento de unas Naciones Unidades incapaces de hacer cumplir sus propias resoluciones. Un ejemplo de ello, en ese mismo contexto, es el nombramiento reciente del diplomático italo-sueco Staffan de Mistura como nuevo enviado personal para el Sáhara Occidental, puesto que ha estado vacío durante dos años por el bloqueo de Marruecos. Finalmente y después de que el Frente Polisario aceptara a De Mistura en mayo, "EEUU ha forzado a Marruecos, ahora en septiembre, a que avalara el nombramiento", afirma Said.

Ese trabajo en la sombra que realiza el delegado en Washington se replica en los cinco continentes, aunque la falta de medios hace que esta tarea requiera mucho esfuerzo. Maima Mahmoud, representante del Frente Polisario en Suiza, destaca ese esfuerzo indicando que "los representantes trabajan voluntariamente, prácticamente sin estructura, en cada uno de los países", dándose en muchas ocasiones el caso de que una única persona ha de gestionar todas las relaciones con el Gobierno, el ámbito cooperación, la sociedad civil.

Desde la ONU luchan porque organizaciones como la Cruz Roja Internacional actúe en los Territorios Ocupados

En el caso de Mahmoud, que lleva en Suiza cerca de ocho años tras haber estado tres en Finlandia y otros doce al frente de la Escuela de Mujeres del campamento de población refugiada de Dajla, cuenta con el apoyo de otras dos personas. Esta representante saharaui afirma "estar muy orgullosa de la justicia europea, por haber puesto a la Unión Europea en el cauce correcto del Derecho Internacional". Su trabajo desde Ginebra ha llevado a la constitución del Grupo de Apoyo de Ginebra para la Protección y la Promoción de los Derechos Humanos en el Sahara Occidental, constituido tanto por Estados como "por más de 300 organizaciones que alzan la voz allá donde los Gobierno no se atreven a hablar".

Mahmoud lidera también la representación del pueblo saharaui en la sede de las Naciones Unidas en Ginebra, desde donde luchan porque organizaciones como la Cruz Roja Internacional actúe de una vez por todas en los Territorios Ocupados, donde las fuerzas de ocupación marroquíes violan sistemáticamente los Derechos Humanos de la población saharaui, tal y como han documentado organizaciones como Amnistía Internacional y la prensa saharaui como los reporteros de Equipe Media.

Una labor que no resulta nada sencillo debido a los poderosos grupos de presión que mantiene Marruecos. En relación al lobby marroquí, Said afirma que "ellos tienen mucho dinero, pero carecen de argumentos; mientras que nosotros tenemos los argumentos, pero no tenemos dinero".

El papel de los activistas

Dentro del Sáhara Occidental invadido, conocido como los Territorios Ocupados, el papel de los activistas resulta también esencial, si bien es cierto que a riesgo de ser torturados, vejados o, como el reciente caso de Sultana Jaya, incluso, violada. Jaya, en arresto domiciliario sin orden judicial durante más de 300 días es el último ejemplo de resistencia saharaui que ha trascendido en los medios.

Enferma de covid-19 y en situación cada vez más precaria, la activista continúa haciendo pública su situación para dar visibilidad a las violaciones de Derechos Humanos que sufre la población saharaui y que la relatora especial de la ONU que examina la situación de los defensores de los Derechos Humanos, Mary Lawlor, denunció el pasado mes de julio. Lawlor acusó a las autoridades de Marruecos de hostigar y castigar de forma "desproporcionada" a los activistas y periodistas que reclaman una mejora de los Derechos Humanos (DDHH) en el Sáhara Occidental, sin que la comunidad internacional haya reaccionado al respecto.

Si quien ahora quien se expone para romper con ese silencio es Jaya, propuesta para recibir el Premio Sajarov de la UE que reconoce quienes dedican sus vidas o acciones a la defensa de los derechos humanos y las libertades, en el pasado –y aún hoy- todas las miradas se centraron en Aminetu Haidar. Haidar, propuesta en repetidas veces al Nobel de la Paz y Premio de DDHH de la Fundación Robert F. Kennedy, protagonizó en 2009 una sonada huelga de hambre en Lanzarote que recorrió el mundo.

Jaya o Haidar no son casos aislados. Su recorrido vital es un ejemplo del compromiso con la causa saharaui que, con premios como el Premio Right Livelihood –conocido como el "Premio Nobel Alternativo"-, recibido por Haidar en 2019, rompen el silencio mediático.

La cultura como herramienta para la causa

Otro de los ámbitos desde los cuales el pueblo saharaui lucha por su causa y su independencia es la cultura. De hecho, Tiba Chagaf, director de Cine y Teatro en el Ministerio de Cultura de la RASD, asegura que "la cultura es uno de los pilares del conflicto, es nuestra identidad".

Chagaf denuncia cómo "Marruecos está manipulando nuestro idioma, intentando incluirlo en la variedad cultural marroquí", llegando a destruir patrimonios arqueológicos ancestrales. Ante esta situación, el responsable saharaui explica que el trabajo del ministerio de Cultura es salvaguardar esta cultura que ya de por sí se ve amenazada por ser eminentemente oral.

Chagaf denuncia que "Marruecos está manipulando nuestro idioma, intentando incluirlo en la variedad cultural marroquí"

Según explica Chagaf, "llevamos años escribiendo y exigiendo a la UNESCO que proteja y salvaguarde esta cultura que se encuentra en un lugar de conflicto y que Marruecos no tenga el derecho de apropiarse de una cultura que no es la suya, así como salvaguardar el patrimonio de los museos al aire libre que hay en el desierto y deberían ser Patrimonio de la Humanidad". Todas las respuestas por parte del organismo de la ONU son negativas, algo que el director de Cine y Teatro atribuye al hecho de que "la directora general de la UNESCO es Audrey Azoulay, hija de André Azoulay, el consejero del rey de Marruecos". A pesar de ello, no todas las batallas se pierde y un ejemplo de ello es la reparación de unas cuevas con dibujos y grabados que la RASD ha conseguido que sean reparadas después de que "algunos soldados de los cascos azules inscribieran sus grados de oficiales y nombres en las paredes".

Para ilustrar la represión marroquí contra la cultura saharaui, Chagaf relata cómo tras el desmantelamiento del campamento de Gdeim Izik en 2010, "se decretó una ley monárquica que prohíbe montar jaimas saharauis". Según explica, "cuando una familia saharaui monta más de dos jaimas, los militares marroquíes se presentan y les hacen desmontar una de ellas, prohibiendo acampar en las playas de El Aaiún, Dajla y Bojador montando jaimas". Los intentos de destrucción de la identidad llegan al extremo de que, incluso la única jaima que está permitido montar, ha de ser cuadrada, de modo que no se respete la tradición saharaui de jaima triangular.

Por otro lado, el pueblo saharaui ha visto en el cine otro instrumento para luchar por su libertad. Gracias a FiSahara (Festival Internacional de Cine del Sáhara Occidental) y a la Escuela de Cine Abidin Kaid Saleh que éste creó en 2011en uno de los campos de población refugiada –ahora celebra su décimo aniversario-, el pueblo saharaui ha sabido apropiarse y utilizar esta herramienta como plataforma para darle visibilidad a la causa del pueblo saharaui.

"Los saharauis utilizan ahora el cine para salvaguardar su cultura, así como para proyectar la realidad saharaui en escenarios en los que estamos vetados políticamente", sostiene Chagaf. Un buen ejemplo de ello fue la participación en 2020 de producciones saharauis durante el festival Inconvenient Films de Vilnius (Lituania), gracias a las cuales el público asistente tuvo conocimiento de que Lituania es el segundo exportador de fosfatos del Sáhara Occidental por lo que el titular de Asuntos Exteriores tuvo que dar explicaciones.

En este sentido, María Carrión, como codirectora ejecutiva de FiSahara y cofundadora de Nomads HRC, coincide con Chagaf en la importancia de "abrir esa ventana hacia los campamentos y los Territorios Ocupados a través del festival, moviéndonos por todo el mundo, más aún ahora en pandemia". Carrión valora muy positivamente cómo la proyección de todas estas proyecciones saharauis ante nuevos públicos ha creado una corriente de solidaridad y más interés hacia la causa.

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