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Análisis Los partidos en Andalucía asedian a Susana Díaz

Todos los partidos, con el objetivo de erosionar el voto al PSOE, arremeten con gran dureza contra la expresidenta de la Junta tras la sentencia de los ERE. "Hay mucha gente que quiere perderme de vista, sobre todo quien no logra ganarnos las elecciones. Si fuera por ellos, no quedaríamos ninguno en el PSOE", replica la expresidenta

Susana Díaz, en una atención a medios. Europa Press

raúl bocanegra

Susana Díaz, la secretaria general del PSOE de Andalucía, se ha convertido –si no lo era ya– desde el pasado 19 de noviembre, cuando se hizo pública la demoledora sentencia por el caso de los ERE fraudulentos, en el enemigo público número uno de todos los partidos del arco parlamentario andaluz. Todos –excepto IU, que hoy se integra en Adelante Andalucía– le han exigido la dimisión en uno u otro momento e incluso Adelante Andalucía ha presentado un escrito en el Parlamento autonómico, que está aún en estudio, para pedir su reprobación.

“Sé que está pasando por un mal trago y por una situación compleja”, le dijo a Díaz el presidente de la Junta, Juanma Moreno (PP), este jueves en el Parlamento. Luego, le espetó: “No se ha enterado de la realidad, una sentencia que ha pulverizado y ha hecho una enmienda a la totalidad a 24 años de gobiernos de Andalucía. Le perseguirá siempre en su carrera política. Es la primera vez que sucede que todos le piden [a alguien] la dimisión”.

¿Por qué todos, PP, Ciudadanos, Adelante Andalucía y Vox, le han reclamado a Susana Díaz responsabilidades cuando ella llegó al Gobierno en el año 2012, después de que el expresidente José Antonio Griñán hubiera ya acabado –en parte forzado por los acontecimientos– con el desmadre que imperó durante años, durante la etapa de gobierno de Manuel Chaves, en la Consejería de Empleo?

Todos los partidos consideran motivo suficiente para reclamarle responsabilidades el hecho de que la Junta de Andalucía, cuando Díaz era la presidenta, pidió el archivo del caso, mediante un escrito del gabinete jurídico de la administración en el que se especificaba que el delito no estaba en el sistema de reparto de los ERE, sino en su ejecución, en el destino final del dinero presupuestado.

Esta decisión, que Díaz siempre ha atribuido a las consideraciones técnicas de los letrados de la Junta, cuyas funciones podrían equipararse a las de la Abogacía del Estado, tuvo dos consecuencias. Por un lado, alivió la situación personal del expresidente Griñán y otros acusados, sobre quienes pesaban fianzas millonarias y, por otro, como ha sucedido ahora, ha llevado a que haya que ejercitar una acción civil cuando se produzca una sentencia firme –la que hará el Supremo– para poder reclamar a los que resulten finalmente condenados la responsabilidad civil que conlleva una pena.

No es cierto, sin embargo, que el Gobierno de Díaz no peleara por recuperar dinero defraudado. Lo hizo en los juzgados, de acuerdo con los escritos de los letrados, en las causas por cada ayuda, y también en el propio Tribunal de Cuentas.

“Llame a los letrados de la Junta de Andalucía a su despacho. Pregúnteles. Explíquele a los andaluces por qué sigue pagando esas prejubilaciones [el Gobierno de PP y Ciudadanos, al igual que el socialista abona a miles de “prejubilados de buena fe” las indemnizaciones otorgadas con el fondo que la Audiencia de Sevilla considera delictivo]. Y si no, el que está malversando es usted. Reconozca que se han recuperado 86 millones por la acción del anterior gobierno. Y reconozca también que tiene la tranquilidad porque pusimos todos los controles”, le replicó con contundencia Díaz a Moreno el jueves pasado en el Parlamento.

Más allá de los argumentos que exponen unos y otros, existe una razón de fondo política por la que se piden cuentas a Díaz. Todos los implicados en el caso asumieron sus responsabilidades y dimitieron de los puestos en los que estaban, incluidos los dos expresidentes condenados, Chaves y Griñán, quienes habiéndolo sido todo en el PSOE, sobre todo el primero, ahora ni siquiera militan en el partido al que han dado su vida. En resumen: no hay nadie en activo inmerso en el caso.

Los partidos, con el objetivo de erosionar el voto al PSOE, el partido hegemónico en Andalucía, hoy fuera del Gobierno por la alianza de PP y Ciudadanos con la ultraderecha, pero todavía primera fuerza en todos los procesos electorales con margen sobre el segundo –hoy el PP– arremeten contra quien hoy está al frente: su secretaria general.

En la oposición

La sentencia obliga al PSOE a trabajar en la oposición en unas circunstancias muy complicadas porque ese fallo es una verdadera mina de oro política a explotar por el PP y sus aliados, Vox y Ciudadanos. Por la izquierda, Adelante Andalucía considera que también le puede servir para pescar entre votantes socialistas descontentos, además de para tomar perfil propio respecto a Madrid en un momento en que Pablo Iglesias, líder de Podemos, está aliado con Pedro Sánchez, el secretario general del PSOE, para formar Gobierno.

“Los ERE van a dar para dos legislaturas”, proclamó Elías Bendodo, la mano derecha del presidente Moreno, el pasado miércoles en la Cámara andaluza.

En el fondo, lo que mató al PSOE en la autonómicas del pasado 2 de diciembre fue la falta de confianza y de ilusión en el proyecto después de casi 40 años de gobiernos ininterrumpidos. Y, a la espera de lo que diga el Supremo, la decisión de la Audiencia de Sevilla profundiza en esos males y causa desolación en las filas socialistas. “La cosa está negruzca”, afirma un exalto cargo socialista en la Junta de Andalucía.

El fallo le llega al PSOE de Andalucía y a Díaz en un momento en que empezaba a superar el golpe brutal, que la dejó ko durante un par de meses, de la pérdida de la Junta de Andalucía. Aunque nadie tiene claro en este momento que lo vaya a rentabilizar el PSOE, y menos después de la sentencia, cierto es que el Gobierno de Moreno, tras diez meses de bula y de campar a sus anchas, empezaba a asumir ya algún desgaste de gestión.

Sirva como ejemplo el deterioro evidente de los servicios públicos en la última década, singularmente en la sanidad, que le había estallado al presidente. El argumento de ‘yo acabo de llegar’ en ese terreno le había dejado de funcionar y Moreno entregó la cabeza del gerente de la sanidad andaluza en un intento de calmar las aguas en los hospitales y centros de salud, sin mucho éxito por el momento.

Ilusión y ganas

Esto dijo el pasado jueves en la Cámara el portavoz del PP, José Antonio Nieto, con mucha retranca política: “Señorías, [se ha escrito] el epitafio de un ciclo político en Andalucía. Un epitafio que tiene que cerrarse para que se habla un tiempo nuevo en el PSOE. No pueden seguir siendo egoístas. Tienen que asumir esa responsabilidad y ayudar a este gobierno a limpiar la marca Andalucía. Les animo a que cumplan su parte. Y no desde el interés personal, créanme, que a este grupo le interesa que su bancada siga igual durante mucho tiempo”.

Díaz no va a dimitir en ningún caso, según las fuentes consultadas por Público en el PSOE de Andalucía. Todo lo contrario. Se siente fuerte y con respaldo entre la militancia. Su plan, de hecho, en este momento es presentarse, cuando llegue el congreso para repetir como secretaría general –las fechas dependen de las decisiones que tome Pedro Sánchez, inmerso en este momento junto a Pablo Iglesias en la pelea para que España tenga un gobierno estable: esto es, podría ser en 2020 o en 2021– y, luego, también para ser la próxima candidata a la Junta de Andalucía.

“Tengo ilusión y tengo ganas”, dijo la expresidenta dos días después de conocerse el fallo de la Audiencia de Sevilla. “Hay mucha gente que quiere perderme de vista, sobre todo quien no logra ganarnos las elecciones. Si fuera por ellos, no quedaríamos ninguno en el PSOE. Hemos ganado todas las elecciones con este juicio abierto. La gente sabe distinguir, lo que ha pasado te abochorna, te duele, pero…”, agregó, para defenderse del asedio.

Desde que Pedro Sánchez ganó la guerra y el último congreso, al proceso de elección de líderes por primarias cerradas se puede presentar prácticamente cualquier militante de cierta solvencia, porque el listón de los avales, que antes era una barrera, ahora es mucho más bajo. Se necesita el respaldo de un 2% de la militancia –en el entorno de los 900, arriba o abajo, en función del censo definitivo– para participar en el proceso. “Afortunadamente, con este reglamento, los avales los coge cualquiera”, resume un crítico con Díaz.

La expresidenta es consciente de que su futuro depende en última instancia de los afiliados y afiliadas de su partido. “Esto es el PSOE. Nosotros, los militantes, elegimos. A veces, se gana, y otras veces, no se gana”, dijo en La Sexta. “Los partidos […] son de sus militantes y de quienes se identifican con él”, añadió.

¿La sentencia de los ERE cierra un ciclo y abre uno nuevo en el PSOE? Para PP, Ciudadanos, Adelante Andalucía y Vox, está claro. La respuesta es sí. Pero lo importante es lo que piensen en el PSOE. La dirección considera que las responsabilidades terminaron con la retirada de la política de los expresidentes y con la previa dimisión de Griñán como presidente. Y, por tanto, no creen que Díaz tenga que asumir nada en primera persona. Esta es la tesis que ha defendido la propia Díaz en una entrevista en La Sexta. “Regeneramos el PSOE de Andalucía en ese momento. Algunos me achacaron que era ingrata… injusta porque puse punto final a una época”, dijo.

Lo cierto es que Griñán se fue, entre otras razones, por los ERE y que él mismo lo explicó así: "Renuncio porque no quiero que ningún escándalo salpique a Andalucía”. "Entre el daño que me puedan hacer a mí y el daño a Andalucía, elijo el daño que me puedan hacer a mí". "Hay que hacer un cambio y ese cambio yo no lo podía protagonizar”. Estamos ante un "fin de ciclo y de tiempo”, dijo en una entrevista tras dimitir en 2013. 

Por otro lado, están los críticos a Díaz en el PSOE de Andalucía, que forman hoy por hoy un grupo heterogéneo, cuyo peso real es desconocido, y que carece en este momento –aunque se han lanzado a los medios diferentes nombres, desde María Jesús Montero y Carmen Calvo hasta Juan Espadas...– de un o una comandante en jefe que pueda aglutinar fuerzas, ejercer de líder del malestar.

Lo que comparten los críticos es la idea de que el partido, tras perder la Junta de Andalucía, necesita una renovación y que Díaz no puede ser quien la lidere. Este debate se produce, de momento, de manera anónima, y en realidad, no tiene relación directa con el caso de los ERE. “Lo de los ERE lo agrava, pero este debate ya estaba desde que se perdió el Gobierno”, resume un crítico.

El partido en Andalucía, cuando toque, aseguran diferentes críticos, hará una reflexión sobre el liderazgo y el proyecto que se dirige hacia el futuro: “Va a haber candidato sí o sí”. “Habrá una candidatura alternativa” a la de Díaz en el próximo congreso regional promovida desde Andalucía, afirman.

La propia Díaz no lo descartó en La Sexta: “Puede haber [otros candidatos]”, dijo.

Ferraz, San Vicente

En una de esas extrañas paradojas de la política, los anteriores antagonistas, Pedro Sánchez y Susana Díaz, son hoy los protagonistas de un armisticio que ha derivado, según las fuentes de la organización consultadas, en que el partido funcione con cierta normalidad tras mucho tiempo de conflicto. Existe sintonía política entre las direcciones de Ferraz –sede del PSOE federal– y San Vicente –sede del PSOE de Andalucía–. Se ponen en común estrategias, se comparten reflexiones y  se coordinan decisiones, afirman las fuentes consultadas por Público. Entre ellas, por ejemplo, la respuesta a la sentencia.

Nada que ver con la situación anterior a las elecciones generales de abril pasado, momento en el que Sánchez logró que el PSOE fuera, con holgura, la primera fuerza, lo que le convirtió de un plumazo en el líder indiscutido del partido. Justo al día siguiente de aquellos comicios, Sánchez y Díaz mantuvieron un encuentro en Moncloa que cimentó las bases, primero, de un cambio de clima y, después, llevó a una relación fluida entre ambos que hoy se mantiene, según las fuentes, y que ha permitido establecer canales de comunicación habituales también entre los colaboradores más estrechos de ambos. 

Es decir, que el PSOE de Andalucía está en vías de jugar hoy el mismo papel en el partido al que se dedicó durante años: darle tranquilidad y fortaleza al PSOE federal.

En política, los contextos suelen explicar muchas cosas. Y el de hoy es bien diferente al de antes.

Para Sánchez es un factor relevante la estabilidad interna que le aporta hoy, en un trance complejo, el apoyo de la federación andaluza, la mayor y la que más arraigo tiene. El presidente se la juega en una nueva aventura: unas negociaciones complejas con ERC para lograr una investidura y un gobierno duradero en España que acabe con la interinidad política que arrancó tras las generales de 2015. En resumen, Ferraz quiere tener el patio tranquilo y también, de paso, reforzar al PSOE de Andalucía en un momento muy delicado. 

Sánchez, al menos en sus últimas declaraciones públicas en campaña electoral, ha venido manifestado un respaldo expreso a Díaz. “Vamos a echarte una mano para que cuanto antes vuelvas a ser presidenta”, afirmó en un mitin. Y, con otras formulaciones, más o menos parecidas, ha venido repitiendo esta idea. La última ocasión fue en la campaña de las generales de noviembre, durante otro mitin en Pino Montano (Sevilla).

Sin embargo, hay mucha gente en el PSOE y fuera del partido que no se creen que Sánchez y Díaz, después de todo lo vivido, estén ahora en una sintonía política real y consideran que se trata tan solo de una tregua mentirosa. El tiempo dirá.

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