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De depender de Vox en Castilla y León a romperse en dos partes irreconciliables: una semana fatídica para el PP

El presidente nacional de los populares, Pablo Casado, afronta sus días más difíciles al frente del partido. Aparte de la guerra interna descarnada frente a Isabel Díaz Ayuso, su formación política tiene que resolver todavía si conforma por primera vez un Gobierno junto a la ultraderecha.

El presidente nacional del PP, Pablo Casado, se hace una foto con simpatizantes en un paseo por Burgos con motivo de la campaña electoral en Castilla y León
El presidente nacional del PP, Pablo Casado, se hace una foto con simpatizantes en un paseo por Burgos con motivo de la campaña electoral en Castilla y León. David Mudarra

Pablo Casado se las prometía muy felices hace poco más de una semana. El presidente nacional del Partido Popular (PP), participó activamente en la campaña electoral de las elecciones en Castilla y León. Las encuestas les fueron dando la espalda a Alfonso Fernández Mañueco progresivamente en su objetivo de lograr una mayoría, si no absoluta, muy holgada. Pero la realidad le dio la espalda también a los populares la noche electoral. Pese a la euforia mostrada y el mensaje de que habían ganado las elecciones, los números les obligaban a depender de Vox. Y la ultraderecha tardó poco en exigir gobernar. Por si fuera poco abordar este asunto, la guerra más salvaje que se recuerda en el ámbito político estalló a mitad de semana. O Casado, o Isabel Díaz Ayuso. El partido, desangrado. 

El PP sacó el peor resultado de su historia en Castilla y León. Perdió más de 50.000 votos aunque ganó dos procuradores. "Objetivo cumplido", repetían esa noche en Génova. Pero salvo que el objetivo real fuera cambiar a Cs por Vox, Mañueco y el PP se encuentran en una encrucijada. Desde un primer momento, tanto el presidente autonómico como la dirección nacional de los populares defendieron un gobierno en solitario

Casado se vistió el martes, con motivo de su Comité Ejecutivo Nacional, de líder moderado. Escenificó su lejanía de Vox e insistió en que su formación no renunciará a sus principios en las negociaciones para formar Gobierno. Para el PP no son negociables la igualdad, la cohesión territorial, la integridad autonómica y la integración en Europa. A los populares, en todo caso, no les ha importado apoyarse en la extrema derecha de Santiago Abascal para poder gobernar en Andalucía, Murcia o Madrid, por nombrar los ejemplos más significativos.

Emergió con fuerza durante la semana el "debate", veremos si real o ficticio, sobre la posibilidad de que el PSOE apoyara a Mañueco para evitar ver en un Gobierno autonómico a Vox. El llamado "cordón sanitario" o "cordón democrático". Una posibilidad que los socialistas negaron rotundamente en los primeros momentos. Pero que luego fueron modulando para pasar la presión a los populares e intentar dejarlos en evidencia. 

La semana comenzó con un "debate" sobre si el PSOE tendría que apoyar a Mañueco para evitar a Vox

En este contexto, Casado se tuvo que ver las caras con Pedro Sánchez en la sesión de control al Gobierno del pasado miércoles. El presidente del Gobierno ya había adelantado el martes su reto al PP. "Si explica que hay que poner un cordón sanitario a lo mejor nos podemos entender", le dijo a Javier Maroto en el Senado. Una estrategia que repitió en la cámara baja al día siguiente, ya con el líder del PP enfrente. "Primero, tiene que pedir ayuda. Después, explicar por qué la ultraderecha no puede entrar en los gobiernos y, por último, decidir si esta ruptura es para todos los días, para siempre y para todos los territorios", señaló. 

El órdago del PSOE todavía no ha sido respondido en el PP. De hecho, los socialistas están convencidos de que los populares no tienen ni la más mínima intención de explorar esa vía y que acabarán pactando con la extrema derecha de Vox. 

Pero pocas horas después ya nadie se acordaba de que hubiera habido elecciones en Castilla y León. Ni de "cordones sanitarios". Ni de Mañueco. Esa misma noche, comenzaron a publicarse informaciones en El Mundo y El Confidencial que apuntaban a un presunto espionaje ejercido por Génova hacia Ayuso. Se apuntada directamente al Ayuntamiento de Madrid que lidera José Luis Martínez Almeida y a personas de su máxima confianza como Ángel Carromero o Álvaro González, presidente de la EMVS. 

Jueves 17-F, día en el que PP se desangró en público

El terremoto era evidente. Pero pocos podían pronosticar a esas horas de la noche lo que se desencadenaría en un jueves 17 de febrero histórico y que quedará marcado en las efemérides políticas de este país. El PP se desangraba y acuchillaba en directo. Por mini capítulos y de forma sucesiva. El primero en salir ante los medios fue Almeida, al que las primeras informaciones dejaban en mal lugar. Lo hizo para negar cualquier tipo de espionaje con origen en el Consistorio. 

Lo mejor estaba aún por llegar. Ayuso anunciaba su comparecencia ante los medios para las 13.30. En la Puerta del Sol, sede de su Gobierno, la presidenta acusó a Casado y la dirección nacional de su partido de actuar de forma cruel contra ella. Comenzaba así una guerra de relatos y marcos comunicativos que aún durará en el tiempo. Corrupción (presunta) en un contrato de Ayuso que benefició a su hermano contra espionaje por detectives privados mandado por Génova (presuntamente). 

La victimización de Ayuso en su comparecencia, sin preguntas, dejaba claro que la presidenta autonómica se iba a resistir. "Todo legal", decía, aunque desde un primer momento reconoció que su hermano "tenía relaciones comerciales" con la empresa a la que se le concedió un suministro de mascarillas en los peores momentos de la pandemia. De paso, Ayuso señaló a Moncloa como responsables de elaborar información comprometida para ella. Dijo que se lo había dicho Casado. 

No tardó casi nada en salir a escena el secretario general de los populares, Teo García Egea. Desde Génova 13, sede que justo hace un año que Casado dijo que abandonarían para "romper" con el pasado, el dirigente del PP establecía de esta manera su relato. Reconocía la investigación a Ayuso, pero no con detectives. Consideraba que la presidenta no les había dado las explicaciones necesarias y que desde que se las pidieron comenzó una campaña de "ataques" y "calumnias" contra la dirección.

Y de ahí las prisas de la presidenta por celebrar el Congreso del PP de Madrid frente al freno de Génova por estar investigando el turbio asunto del contrato. La renovación del partido en Madrid era hasta esta semana el foco principal de un conflicto visibilizado hace meses. Como colofón, García Egea anunciaba un expediente informativo contra la mandataria autonómica para recabar toda la información disponible. 

La dirección nacional del PP ha sentenciado a Ayuso. "Solo puede quedar uno", señalan en el partido

El espectacular día iba a culminarse con la petición de dimisión de Casado por parte de la exportavoz de su partido, Cayetana Álvarez de Toledo. Mientras, en Génova 13 un puñado de seguidores de Ayuso se manifestaba pidiendo también la cabeza del líder del partido. Mariachis incluidos. El partido quedaba en shock total. Abatido en combate. "Solo puede quedar uno", era la consigna de las fuentes consultadas por Público. La dirección nacional había sentenciado a Ayuso y ponía el foco en el contrato, alegando que no podía permitirse un caso así por la "ejemplaridad" que siempre ha defendido Casado desde que llegó a liderar el partido. 

Que Génova "no iba a dar marcha atrás" se vislumbró ya el viernes a primera hora, con una entrevista de Casado en la Cadena COPE tras 24 horas desaparecido. Se atrevió Casado a acusar a su (antigua) amiga de organizar un montaje con el tema de los espías. Se atrevió Casado a dar una cifra del dinero que se habría llevado el hermano de Ayuso. 280.000 euros. Al tiempo, exculpó a Moncloa, una de las pocas concesiones que ha hecho el líder popular en su oposición a Sánchez. 

El sainete continuó en las ondas, con el periodista Carlos Herrera de urdidor. Ayuso salía en directo cinco minutos después de su (antiguo) amigo. Y se revolvía ante las acusaciones. Le retaba, ante los oyentes, a presentar pruebas. El resto del día, la presidenta se parapetó tras sus consejeros más cercanos: Enrique Ossorio, Javier Fernández Lasquetty y Enrique Ruiz Escudero ofrecían ante los medios que todo era legal y transparente. Sol se esforzaba en mandar documentación a la prensa. Y Ayuso firmaba un comunicado, con más incógnitas que certezas, en el que confirmaba que su hermano había cobrado al menos 55.000 euros. 

Pero el sábado por la tarde, lejos de calmarse el asunto, se produjo una surrealista guerra de comunicados. Primero, Génova difundía que Casado y Ayuso se habían reunido en la tarde del viernes para buscar una solución al conflicto. Pero no proporcionaba información. Cinco minutos después, el equipo de Ayuso confirmaba el encuentro pero se despachaba con un "reunión infructuosa". Detallaron más desde Sol al rato. "El presidente del PP pidió que la presidenta Díaz Ayuso dijera en un comunicado que no había sido investigada por el PP. A cambio, la levantaba el expediente", mientras repetían lo de "reunión infructuosa". 

La trama dio un giro inesperado poco después, al filo de las 18.30 del sábado. Génova parecía retroceder en su ofensiva hacia Ayuso y afirmaba que cerraría el expediente contra la presidenta madrileña. Es decir, daba por buenas las "pruebas" que tanto buscaban. 

¿Y ahora, qué?

El carrusel de hechos, declaraciones y acusaciones ha sido frenético. Y es probable que continúe. Las consecuencias internas, y externas, son imprevisibles. Las fuentes consultadas no se atreven a pronosticar con certeza lo que sucederá. Hay quienes consideran que Ayuso seguirá revolviéndose y llegará a pedir la dimisión de García Egea por el espionaje. Los barones, aunque de manera pública se mantienen neutrales, ya han deslizado la idea de que la solución para pacificar el partido pasa por la salida del secretario general, como publicó este medio. 

Hay quien piensa que Ayuso será expulsada del PP. O lo pensaban antes de este sábado. O quien piensa que ella misma dará el paso antes y montará un proyecto personal. O hay quienes piensan que todo se resolverá en un congreso extraordinario que podría enfrentar a Ayuso y Casado, con Alberto Nuñez Feijóo como posible tercera vía. O como primera y única opción. Sea como fuere, los peones de los dos bandos ya han ido tomando posiciones durante estos días. Por lo que pueda pasar. Entre medias, el tiempo corre en Castilla y León con Vox como espectador y, con mucha probabilidad, como vencedor externo de toda esta batalla en la derecha. 

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