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La caída de los beneficios de la banca devuelve al primer plano las fusiones

Los bajos tipos de interés y las exigencias de capital dificultan que algunas entidades puedan continuar su camino solas.

Imágenes de las últimas juntas de accionistas de los principales bancos españoles: Banco Santander, BBVA, Caixabank, Bankia, Banco Sabadell, y Bankinter. EFE/REUTERS
Imágenes de las últimas juntas de accionistas de los principales bancos españoles: Banco Santander, BBVA, Caixabank, Bankia, Banco Sabadell, y Bankinter. EFE/REUTERS

VICENTE CLAVERO

La presentación anual de resultados (en este caso los correspondientes a 2019) ha sido una vez más la ocasión aprovechada por los máximos responsables de la gran banca española para fijar posiciones sobre el futuro del sector. A todos ellos se les ha preguntado acerca de posibles fusiones y ninguno ha negado rotundamente que se puedan producir, aunque la mayoría han dado por seguro que sus entidades no participarán en esos procesos.

La que más tajante se mostró fue Ana Botín, presidenta del Santander, el principal banco de España y uno de los mayores del mundo, que manifestó textualmente: “No queremos hacer fusiones, no estamos interesados”. Menos taxativo estuvo Onur Genç, consejero delegado de BBVA, quien se dijo partidario de crecer de forma orgánica (sin comprar otras entidades), si bien reconoció que está “atento a oportunidades” que puedan presentarse en el mercado.

En parecida línea se situó el presidente del Sabadell, Josep Oliu, cuyo banco es uno de los candidatos preferidos por los analistas para formar parte de un proceso de concentración. “No contemplamos ninguna fusión específica”, dijo, aunque matizó: “hoy por hoy”.

José Ignacio Goirigolzarri, presidente de Bankia, cuyo capital está mayoritariamente en manos del Estado, fue también muy cauto al asegurar que “no hay ninguna operación en el cajón”, pese a que en comparecencias anteriores había sugerido las bondades del encaje de su banco con BBVA o Caixabank.

Menos márgenes

La posibilidad de fusiones en el ámbito financiero es objeto de especulaciones desde hace tiempo, pero se han recrudecido a raíz de dos circunstancias: la decisión del Banco Central Europeo (BCE) de mantener la política de bajos tipos de interés y, más recientemente, los malos resultados que en general obtuvo la gran banca española durante el pasado año, en que se anotaron una caída conjunta de los beneficios del 19% respecto a 2018.

Los bajos tipos estrechan el margen por intereses y obliga a las entidades a compensar su impacto sobre los ingresos mediante el cobro de comisiones y la reducción de costes operativos, entre ellos el cierre de oficinas y la eliminación de puestos de trabajo. El problema es que esto último resulta muy caro, dadas las buenas condiciones de salida que suelen pactarse en el sector. El Santander, por ejemplo, se deshizo en 2019 de 3.023 personas, a una media de 186.000 euros por cabeza; en Caixabank fueron 2.023, a razón de 440.000 euros.

Por lo que respecta al cobro de comisiones, la banca ha avanzado mucho de un tiempo a esta parte, pero siguen siendo insuficientes para neutralizar los efectos del descenso de los tipos de interés. La mejor prueba de que el camino todavía es largo estriba, precisamente, en los resultados del año pasado, que demuestran las dificultades de las entidades para adaptarse a la nueva situación. Sólo una de las seis más grandes, el Sabadell, logró elevar su rentabilidad en 2019.

A todo ello se unen las crecientes exigencias de los reguladores europeos para reforzar la solvencia del sector, de modo que sea capaz de hacer frente por sí solo a un eventual aumento de los impagos, como el que dio origen a la última crisis financiera. Esas exigencias son un aliciente añadido para las fusiones, siempre y cuando los grupos resultantes sean más sólidos, porque el tamaño en banca no siempre es garantía de fortaleza.

Posibles combinaciones

Un reciente informe del Instituto de Estudios Bursátiles (IEB) concluye que, en un plazo no muy largo, quedarán en España sólo “cinco o seis entidades”, después de un proceso de concentración impulsado por la imposibilidad de mejorar los balances vía cuenta de resultados. Eso implica que los bancos pequeños desaparezcan engullidos por los más grandes, aunque conlleva unas necesidades de capital difíciles de cubrir en las actuales circunstancias.

La operación más obvia, aunque también menos ambiciosa, sería la fusión de Liberbank con Unicaja o la de Liberbank con Abanca, que ya se han intentado sin éxito, quizás porque en ese momento los negociadores aún confiaban en una relajación de la política de bajos tipos de interés. Tras reafirmarse el BCE en ella, se reanudaron los contactos, sin ningún resultado de momento, que se sepa.

En el ámbito del Ibex, las dos entidades más mencionadas por los analistas son Bankia y el Sabadell, incluso para una fusión entre ambas. Su matrimonio permitiría cerrar más de 600 de las 4.000 sucursales que suman, con el consiguiente ahorro de costes; pero exigiría al Estado un desembolso del orden de 700 millones de euros, según los cálculos realizados por el Bank of America. Eso sí, el grupo semipúblico resultante sería el mayor de España, con una cuota de mercado de en torno al 18%.

Otra combinación barajada con insistencia es que Sabadell caiga en la órbita del BBVA, con lo que JP Morgan calcula que se podría producir una mejora del 9,6% en los ingresos previstos para 2021 y unas sinergias por importe de 1.300 millones de euros, también ese año. Hay analistas que tampoco descartan la absorción del Sabadell por el Santander, a pesar de la tajante negativa de Ana Botín a entrar en el baile de fusiones.

Una opción que lleva tiempo sonando con fuerza es la que uniría a BBVA y Bankia, que Goirigolzarri se encargó de alimentar cuando dijo que su banco tendría un “encaje perfecto” con el banco vasco. Desde BBVA, que arrastra problemas reputacionales a raíz de las revelaciones sobre el caso Villarejo, nunca se ha dado crédito a esa posibilidad, al menos públicamente.

De todas formas, algunos expertos no acaban de ver la conveniencia de nuevas fusiones, sobre todo en el entorno actual. UBS, por ejemplo, recomienda cerrar acuerdos de colaboración entre entidades en materia tecnológica, expandirse sólo por los canales digitales o continuar desinvirtiendo en negocios que exceden lo puramente bancarios, como va a hacer Bankinter con la venta de Línea Directa.

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