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Alimentos, vivienda y crédito siguen disparados pese a que el IPC se modera

La inflación cae en España a los niveles que el BCE considera inocuos para la estabilidad de la economía, aunque los precios de los bienes y servicios más esenciales continúan con tasas de crecimiento muy superior a las del resto.

Una mujer compra unas berenjenas en una frutería en la localidad malagueña de Ronda. REUTERS/Jon Nazca
Una mujer compra unas berenjenas en una frutería en la localidad malagueña de Ronda. Jon Nazca / REUTERS

El aplanamiento de la curva de la inflación no enmascara la cronificación de sendos focos de carestía en cuatro productos y servicios básicos por mucho que el indicador adelantado del mes de junio se haya situado ya en el 1,9%.

Ese dato, el de la caída de la inflación por debajo del 2% que el BCE (Banco Central Europeo) y la ortodoxia consideran inocuo para la economía mientras la media europea supera el 6%, fue adelantado por Público hace unas semanas.

Esos cuatro focos con tendencias alcistas en sus precios son los alimentos, la vivienda tanto de compra como de alquiler, los suministros vinculados a esta, especialmente los energéticos aunque también los relacionados con el agua, y, por último, el crédito.

Los precios de la mayoría de esos grupos siguen presentando crecimientos interanuales claramente superiores a los de la inflación o, caso de los energéticos, han visto atenuado su desmesurado encarecimiento a base de medidas de intervención estatal cuya vigencia encara su tramo final.

Algunos de esos focos, como el crédito y los servicios bancarios, o la compra y el alquiler de vivienda, ni siquiera se tienen en cuenta a la hora de calcular el IPC , algo que resulta como poco sorprendente en un país con más de cuatro millones de hogares hipotecados (3,1 desde hace una década) y con más de tres de alquilados (un 17,5% del total), y que pone en entredicho la infalibilidad del índice, algo que también ocurre con el PIB.

"El tratamiento de la vivienda de alquiler en el IPC no es satisfactorio, aunque eso no es de ahora sino que se trata de un problema secular del INE", explica Julio Rodríguez López, de Economistas Frente a la Crisis.

El gazapo consiste en que en la rúbrica del alquiler de vivienda se incluyen pocos contratos, mayoritariamente antiguos y con una ponderación muy reducida. "El alquiler no pesa lo que debería, no se calcula bien", añade Rodríguez.

De hecho, esa rúbrica no superó el 2% entre septiembre de 2011 y marzo de este año, algo que no refleja ni siquiera las revisiones con las subidas del mismo IPC, mientras portales como Idealista han llegado a dar aumentos de dos dígitos y sitúan la subida actual en el 7,1%, más del triple de lo que señala el INE.

El mayor peso y la distinta ponderación de la vivienda de arriendo en el IPC de otros países europeos es uno de los factores que, junto con el capítulo energético y el alimentario, ralentiza la bajada de sus índices.

Esa misma fuente sitúa en el 6,8% el encarecimiento anual de la vivienda de compra, a lo que se añaden unas hipotecas que en abril se estaban firmando con un interés medio anual del 3,6% según los datos del Banco de España.

"En el IPC debería entrar el coste de la hipoteca que pagan los hogares, porque su gasto se ve muy afectado cuando se producen subidas del euríbor como la que se está dando en el último año", anota el economista, que recuerda cómo sí la contemplan países como Estados Unidos, aunque su inclusión es algo inusual en occidente.

Paralelamente, y con una media del 7,9% en abril tras encadenar varios meses de subida, el precio del dinero para financiar acciones de consumo duplica con creces al de las hipotecas.

El crédito al consumo, un recurso al que los ciudadanos acuden cuando carecen de medios suficientes para hacer frente a compromisos de pago como letras y plazos y para atender emergencias como averías domésticas, también va a mantenerse en niveles elevados al menos durante un par de años por mucho que el IPC se haya aplacado en España.

Los precios de la energía se han moderado, algo que no ha ocurrido con los de servicios como el abastecimiento y la depuración de agua, tras la escalada de los últimos dos años, aunque en esa moderación tienen bastante que ver, en el caso de la electricidad, dos medidas gubernamentales que, salvo sorpresa, se acabarán con el año.

Se trata de la rebaja de impuestos, que entre septiembre de 2021 y marzo de 2023 ahorró más de 8.000 millones de euros a los hogares, y de la llamada excepción ibérica, que evitó el pago de más de 5.000 en su primer año de vigencia, lo que acerca al millar de euros por familia el descuento, que mutará en encarecimiento una vez cesen.

"En el mercado de la energía hay un fuerte oligopolio empresarial y el sistema marginal de cálculo da lugar a precios muy altos", indica Julio Rodríguez.

Entidades como Cepyme estiman, por su parte, que "el precio de la energía se sitúa a más del doble que en el primer trimestre de 2021, subiendo un 107,8% en dos años", con el consiguiente impacto en los costes de producción y, con él y vía márgenes, en los precios de venta al público de esos artículos.

Completan el listado de los focos de carestía los alimentos, cuyo encarecimiento en los últimos doce meses seguía en mayo cerca de triplicar el IPC interanual de ese mes en el caso de los frescos (8,9% por 3,2%) mientras el de los elaborados lo cuadruplicaba (12,9%).

El comunicado del INE sobre el indicador adelantado del IPC achaca la caída del índice al hecho de que tanto la subida de los precios de los alimentos, como la de los carburantes y la electricidad, "ha sido menor que la registrada en junio del año anterior", cuando alcanzó un 12,9%.

Otra cosa es que el funcionamiento de la cadena alimentaria, cuya operativa sigue siendo uno de los enigmas por resolver en la economía española, vaya a permitir que esa tendencia a la baja se mantenga. Según el último IPOD (Índice de Precios Origen Destino) de la organización agraria COAG, la multiplicación se las cotizaciones entre los campos y granjas y los lineales de los supermercados se encuentra, con un 3,6, en los niveles más bajos de los últimos seis años.

Sin embargo, eso no impide que al mismo tiempo el precio del pepino llegue a multiplicarse por más de siete mientras transita por esa ruta, que el de la lechuga lo haga por más de seis o que los de la patata y el plátano se quintupliquen con creces.

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