El jefe del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y el primer ministro de Italia, Silvio Berlusconi, han mantenido hoy una conversación telefónica tras la polémica que se ha generado por unas declaraciones del primero que algunos medios italianos han interpretado como una crítica al dirigente de su país.

Según informaciones publicadas en Italia, las palabras de Zapatero con las que ayer en París, tras reunirse con Nicolás Sarkozy, rechazó comentar la visión sobre las mujeres expresada por Berlusconi en la rueda de prensa conjunta del día anterior en La Maddalena fueron una velada crítica al primer ministro de Italia.

Zapatero no quiso hacer ayer comentarios al respecto porque dijo que "la cortesía" y el "respeto institucional" obligan a mantener una política de prudencia entre gobiernos.

Fuentes del Gobierno han confirmado a Efe que Zapatero y Berlusconi han mantenido hoy una conversación telefónica, pero se han limitado a señalar que ha servido para constatar el buen estado de las relaciones bilaterales.

Además, han asegurado que la charla entre los dos jefes de Gobierno ha dejado claro que no hay ningún problema entre ellos.

Medios italianos han informado también de esta conversación y, citando a fuentes del Ejecutivo de Berlusconi, han coincidido en señalar que el diálogo ha sido cordial y ha venido a confirmar "la profunda amistad entre Italia y España y entre los líderes de ambos países y a despejar posibles desencuentros y otras interpretaciones".

En declaraciones recogidas por La Repubblica, el ministro de Exteriores de Italia dijo apreciar "la corrección de Zapatero" en sus declaraciones de ayer en París y rechazó que haya habido un desencuentro entre los dos jefes de Gobierno.

Algo que también ha asegurado hoy en declaraciones a la RAI el secretario de Estado español para la Unión Europea, Diego López Garrido, quien ha señalado que no hubo ninguna crítica a Berlusconi en las palabras de Zapatero en París.

A su juicio, las manifestaciones de Berlusconi en la rueda de prensa conjunta con Zapatero responden a una polémica interna en la que el Gobierno español no ha entrado ni tiene intención de entrar.