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Obituario Carmen Alborch, la ministra sola, mala y libre

                             

Fotografía de octubre pasado de la exministra de Cultura Carmen Alborch, reconocida con la Alta Distinción de la Generalitat con motivo del 9 d'Octubre, junto al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el de la Generalitat, Ximo Puig, durante el acto Institucional de Entrega de Altas Distinciones de la Generalitat Valenciana, con motivo de la Festividad del 9 d'Octubre. EFE/Biel Aliño

De la ex ministra Carmen Alborch (Castellón de Rugat), fallecida este miércoles en Valencia, se podría decir sin margen de error que fue una persona que dejó huella, que nunca pasó inadvertida y, por donde estuvo, dejó su sello inconfundible. No era cuestión de cargo que tuviera, ni en lugar donde la ubicaran en el Hemiciclo, en la reunión, en la comida o en la barra de El Manolo, el bar cercano al Congreso de los Diputados. Alborch se hacía oír y siempre se aprendía escuchándola.

Desde sus inicios marcó su propio camino y tuvo voz propia. Fue la primera decana de la Facultad de Derecho de Valencia y, posteriormente, directora del Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM) a finales de la década de los ochenta En Valencia ya era por aquel entonces todo un referente en el mundo universitario y cultural, lo que se empezó a descubrir a nivel nacional cuando entró a formar parte del Gobierno de Felipe González como ministra de Cultura en 1993.

De su paso por el Ministerio de Cultura queda el acuerdo alcanzado para la adquisición definitiva de la colección Thyssen, pero por su impronta, por su forma de relacionarse con el mundo de la cultura y hasta por su forma de vestir, se convirtió pronto en uno de los valores más sólidos de aquel desgastado gobierno socialista.

Fotografía de febrero de 2004 de la exministra socialista de Cultura Carmen Alborch, junto al expresidente del Gobierno Felipe González, durante un acto de precampaña electoral del PSPV-PSOE en Valencia. EFE/Manuel Bruque

Fotografía de febrero de 2004 de la exministra socialista de Cultura Carmen Alborch, junto al expresidente del Gobierno Felipe González, durante un acto de precampaña electoral del PSPV-PSOE en Valencia. EFE/Manuel Bruque

Cuando dejó la cartera, estuvo tres legislaturas como diputada por el PSOE, ya en un segundo plano político a nivel mediático. Y, entonces, aprovechó para escribir una trilogía de marcado carácter feminista: Solas (1999); Malas (2002) y Libres (2004), donde denunció ya el ahora famoso “techo de cristal”, las desigualdades que todavía persistían y muchas vivencias personales en las que se muchas mujeres dijeron verse reflejadas. Fueron tres éxitos editoriales.

En una de sus útimas intervenciones públicas pidió que el feminismo fuese declarado patrimonio inmaterial de la humanidad

Alborch, en estos tres libros, reflejó su profundo y comprometido pensamiento feminista, del que hizo gala durante toda su vida, convirtiéndose en todo un referente de este movimiento y en el propio partido, en los tiempos en los que no era fácil declararse feminista y no encontrarse con un ceño fruncido.

De hecho, su compromiso lo dejó muy claro hasta el final y, en una de sus últimas apariciones públicas, cuando recibió la Alta Distinción de la Generalitat Valenciana, afirmó: “El feminismo debería ser declarado patrimonio inmaterial de la humanidad”.

Fotografía de marzo de 1994 de la exministra socialista de Cultura Carmen Alborch, durante los actos conmemorativos del Día Internacional de la Mujer Trabajadora en Valencia.. EFE/Beatriz Parera

Fotografía de marzo de 1994 de la exministra socialista de Cultura Carmen Alborch, durante los actos conmemorativos del Día Internacional de la Mujer Trabajadora en Valencia.. EFE/Beatriz Parera

En último esfuerzo por el PSOE, partido al que finalmente se afiló, fue candidata a la Alcaldía de Valencia, aunque ella misma sabía de las pocas posibilidades que tenía de serlo. Eso, sin embargo, no le impidió hacer un campaña simpática por toda la ciudad, donde se dejó la piel, aunque no le sirviese para mucho y perdiera las elecciones. En su última etapa fue senadora.

Desde hacía dos años peleaba contra un cáncer que la apartó en buena medida de la intensa actividad social que siempre mantuvo, y que este martes pudo con ella.
Con su muerte, lo que no cabe duda es que el feminismo socialista pierde a una de sus representantes más significativas, comprometidas y con las ideas más claras. A buen seguro, que se la echará mucho de menos.

Carmen Alborch, falleció el 24 de octubre a las 70 años de edad.

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