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Un Guardiola de 66 años

A Pep y Chaparro les une el profundo sentimiento por el club al que dirigen

ALBERTO CABELLO

La solución estaba en casa. El binomio Pep Guardiola-Paco Chaparro cuenta con un hilo que les vincula: su profundo sentimiento por el club para el que trabajan. Un novato y un todoterreno que han vencido a la suspicacia que destilaron sus desembarcos en el primer equipo de Barcelona y Betis.

La edad no perdona: el perfil del azulgrana se equipara al del hermano mayor y el del bético al de un abuelo. 'El futbolista es como tú y como yo. Tiene sus miedos, sus dudas, como todo el mundo. Hay que ayudarle a superar esos problemas', dice Chaparro de los que podrían ser sus nietos.

Pero que el DNI no engañe: el entrenador del Betis no es un hombre anclado en metodologías arcaicas. Nada más lejos: sus fuentes de inspiración vienen de innovadores como el ex seleccionador español de hockey, Maurits Hendricks. El holandés se llevó a sus jugadores a escalar una montaña como preparación para los Juegos Olímpicos de Pekín. En Sevilla, Paco Chaparro organizó para su plantilla un jornada de paintball, combate con armas que disparan pintura, antes de un partido frente al Atlético de Madrid.

Además, Chaparro ya le tenía puesto el ojo a los sistemas y a los pensamientos que Guardiola tiene sobre el fútbol. 'Cuando jugaba ya parecía un entrenador. Mandaba y organizaba siempre. El problema vendrá cuando tome las decisiones a partir del año que viene. A veces, sobran jugadores a pesar de ser muy buenos y eso no se entiende', señaló ayer el técnico bético. Y quién diría que el trianero tiene clavada en su mente una acción de Magic Johnson en el último partido de la final de la conferencia Oeste de la NBA entre Portland Trail Blazers y Los Ángeles Lakers de 1991.

Todo vale para sacar una moraleja con la que educar a sus jugadores. Libros de relatos, de autoayuda, estrategia militar, filosofía oriental, espiritualismo zen o música de todos lo estilos. 'El fútbol no es más que un estado mental', asegura Chaparro. Uno de los últimos textos en pasar por sus manos ha sido El libro de la Nada de Osho, un manual que sugiere pautas para observar el proceso mental para entederlo.

Para lo bueno y para lo malo, Chaparro es un bocazas. Le resulta muy difícil contener lo que pasa por su cabeza. Pero, curiosamente, ha sido el entrenador de casa quien más le ha apretado las tuercas al presidente, Manuel Ruiz de Lopera. Lo que no se atrevieron a decir técnicos con más caché, lo dijo él. Sus argumentos tienen el peso del hombre que ha salvado al Betis del descenso dos años seguidos y acompañó a Luis del Sol en un ascenso. Chaparro ha sido el único inquilino del banquillo verdiblanco que se ha atrevido a exigir una urgente modernización de la estructura del club. Sin embargo, la velocidad con la que pide cambios no encuentra idéntica respuesta en la directiva.

Por todo eso, Lopera se pensó mucho renovarle y, desde los medios oficiales del club, se tiene siempre preparado el carcaj para apuntarle con una flecha. Su victoria en el derbi ha hecho retroceder a los arqueros, pero siguen emboscados en la maleza. ¿Qué dice Chaparro a todo esto? 'Merezco más respeto'. Para qué más.

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