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Negocio en acción

La performance busca la mejor forma de sacar beneficio

ISABEL REPISO

Se abre el telón y el caldero que pende de la tramoya se balancea a ritmo de funk. Son las siete y ya, con menos visitantes que a primera hora de la tarde, la escultura cambiante de Diego Bianchi empieza a moverse. 'Estaría bueno que participaran', invita al público y sólo los más osados se animan a dar vida a lo esparcido por el escenario: escaleras, cartones, madera... Esta acción de Bianchi, Un ritmo que nos sigue, ha inaugurado la sección de performances este año.

Ojo con las apariencias: quienes piensen que este espacio es el menos mercantilista de Arco se engañan. Las performances no son ajenas a las ventas de la feria, tal y como demuestra la propia historia de evento. El año pasado, edición en la que se lanzó Performing Arco, la artista turca Nezaket Ekici realizó una acción (Madonna) en la que, vestida de novia, se quemaba con la cera incandescente de un atrio de velas. Ya en la presente edición, la instalación del vestido y lo que quedó de las velas se puede adquirir por 16.000 euros en el stand de la galería DNA (Berlín). Junto a esto, un tríptico de fotografías muestra a Ekici en plena acción, a razón de 9.000 euros cada una. 'Atravesamos un momento muy interesante, en el que la gente cada vez se interesa más por la performance', afirma Johann Nowak, director de la galería que la trajo a Arco el pasado año.

Por segundo año consecutivo, DNA participa en esta sección, aunque con un artista diferente. Este año le ha tocado el turno a Tatsumi Orimoto, que llega a la feria con dos acciones Breadman y Punishment, obra documental y fotográfica. Dentro de esta última se ubica su primera venta en Arco 2009, cerrada el pasado miércoles por valor de 25.000 euros.

El interés del galerista Johann Nowak en este tipo de arte le llevó a organizar en colaboración con el Instituto Goethe un encuentro de expertos el pasado mes de noviembre, para que circule por los centros de arte y los museos.

La cita contó con la representación del Reina Sofía a través de Berta Sichel, y de A Foundation mediante Mark Waugh, entre otras instituciones. Un debate del que el Reina Sofía parece haber tomado nota al adquirir los derechos del precinto No pasar, obra de arte, de Rogelio López Cuenca. 'A partir de ahora la usaremos para indicar al público las salas que están siendo modificadas, de modo que el museo logre integrarla sin convertirla en arte de vitrinita', indicó ayer Manuel Borja-Villel, director de la institución.

Al igual que DNA, la galería Luis Adelantado (Valencia) repite en Performing Arco por segundo año consecutivo y su stand también aporta obras de sus performers en la pasada edición, el colectivo Aggtelek, y en la presente, Diego Bianchi. En el caso de los primeros, se trata del vídeo Ensayo escultórico, de algo más de ocho minutos, valorado en 1.800 euros. 'Siempre hacen performances pero el objeto final es el vídeo', aclaran desde la galería. Por su parte Bianchi aporta una instalación realizada con objetos utilizados en sus performances. El suyo es un trabajo de acumulación y de objetos cotidianos que se recomponen bajo otra mirada. 'Sus instalaciones son fragmentos de su caos', explican en Luis Adelantado sin esconder que estar en el programa Performing Arco da una mayor proyección a la galería.

Ejemplos como los de Ekici, Orimoto y Bianchi demuestran que estas acciones se perpetúan en objetos de arte vividos y archivos documentales. El más reciente se puede percibir en una pared situada tras el foro de Performing Arco, de la que pende la última pieza de la artista india Anita Dube, realizada el pasado jueves durante su acción Flouroscopy.

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