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Momentos de la televisión que nos hicieron pasar vergüenza ajena en Navidad
La televisión en abierto ha envejecido mal en muchos aspectos. ‘Cachitos’ ha triunfado, además de por sus guiones desenfadados, porque a las nuevas generaciones se nos cae la mandíbula al piso cuando recuperamos ciertas escenas de la pequeña pantalla. En cuestión de décadas, se ha acumulado la caspa machista y el cuñadismo. Hemos seleccionado algunos episodios de la la programación especial navideña que causaron bochorno y los analizamos con una perspectiva crítica.
Amanda Rodríguez González
En Navidad, mientras bajan las temperaturas, nos apoltronamos en el sofá. Familias enteras se sientan a consumir la pantalla pequeña y, en una etapa crítica de audiencias, hay que tratar de ofrecer una programación especial de entretenimiento para suplir los espacios habituales, que a menudo se conceden una pausa en la parrilla. El problema llega cuando estos formatos sustitutos no pasan de un enlatado sonrojante o espectáculos de variedades que no pasan de la prueba del algodón en pleno siglo XXI. Ya de aplicar el test de Bechdel, método que evalúa la brecha de género, ni hablamos.
Se suele recordar, con humor y bochorno a partes iguales, cuando hay equivocación de los presentadores a la hora de dar las campanadas o los terroríficos playback de los invitados a los programas musicales de Nochebuena y Nochevieja. Sin embargo, la Navidad da para mucho, y la vergüenza que podemos sentir al ver la tele puede ir más allá. Rememoramos algunos momentos que se salen de aquella épica narración de Marisa Naranjo en 1989 confundiendo los cuartos con las doce campanadas o de aquel fin de año de 1996, por error del reloj de la Puerta del Sol, “los españolitos”, como diría Mecano en Un año más, se atragantaron al tomar las uvas porque las campanadas duraron 18 segundos menos y fueron las campanadas más veloces de la historia.
Hasta la lotería una vez fue machista
La primera retransmisión de la lotería de Navidad de la dictadura estuvo marcada por el vergonzoso comentario machista se hizo en la narración del sorteo en aquel 21 de diciembre de 1939.
“Las bolitas se dejan apalear. Tienen nombre de mujer”, fueron las ofensivas palabras hacia el colectivo de las mujeres que el narrador de NODO mencionó. Este deleznable episodio navideño en su momento pasó desapercibido hasta su publicación en Youtube en 2010. Entre los comentarios que recogió el vídeo, figura el de Manuel Viñuales Fernández, el niño que cantó el Gordo ese año: “A mis 13 añitos canté el premio de 15.000.000 de pesetas y a mis 89 años sigo avergonzándome de la frase que el narrador del acontecimiento pronunció”.
El destape más famoso de la Navidad
¿Y si le damos la vuelta a esta historia? Durante años el momento de bochorno supremo frente al televisor fue observar a los cuñados babeantes durante la actuación de la cantante italiana Sabrina Salerno. Participó en el especial de fin de año de la televisión pública española en la nochevieja de 1987 y se le salió el pecho derecho mientras interpretaba Boys y Hot girl. La escena se ha repetido hasta la extenuación pero, ¿por qué nunca hemos sentido vergüenza depor los responsables deque favorecieron que el imprevisto de la humillación que ha acompañado a Salerno se viralizase durante 35 años?
Hugo Stuven fue el encargado de realizar “Súper 88”, el programa donde se emitió la actuación más reproducida de la cantante italiana. Steven reconoció que a pesar de ser un númeroa actuación grabado antes de su emisión, usó las míticas imágenes por falta de otro tipo de planos y porque tuvo el consentimiento de Pilar Miró, la directora de TVE en ese momento. Por su parte, la intérprete mostró su rechazo por esta exposición premeditada que sufrió.
El histórico humor machista de los 'sketches' navideños
Durante las dos últimas décadas del siglo XX, Martes y Trece, Arévalo o Jaimito Borromero fueron los humoristas que protagonizaron de los especiales de Navidad en la televisión. Sus chistes, en ocasiones, han tenido una connotación denigrante contra la mujer que antes hacían gracia a todo el mundo, ahora, el paradigma del humor ha cambiado porque la sociedad ha evolucionado y se ha transformado en una más sana y amable con el género femenino.
El humor ya no solo parte de contar anécdotas que ocurren en el día a día de una familia tradicional. El humor desde el feminismo y el colectivo LGTBI se ha colado, no solo en los teatros de forma "clandestina", sino que está presente en las televisiones y, cada vez más, en los especiales humorísticos navideños.
La comedia millenial, definida así por parte del colectivo de humoristas, ha permitido la inclusión de nuevas voces y códigos definidos en las redes sociales en los programas humorísticos de televisión, radio o podcast, como es el caso de Estirando el chicle, presentado por Carolina Iglesias y Victoria Martín. En la Navidad de 2021, se emitió un especial en RTVE liderado por cinco cómicas, entre ellas Andrea Compton o Inés Hernand, donde analizaban sketches navideños realizados por hombres que han burlado la figura de la mujer.
Juzgando el vestuario de las presentadoras
En la Nochevieja de 2016, las presentadoras Eloísa González y Yanely Hernández dieron las campanadas en la Radio Televisión Canaria (RTVC) y fueron criticadas por su indumentaria. Una consejera de la cadena fue quién se atrevió a valorar el vestuario de las profesionales.
Los vestidos de las mujeres que dan las uvas en las distintas televisiones ocupan gran parte de la conversación durante la cena de fin de año. El ejemplo más claro, Cristina Pedroche. La madrileña lleva ocho años siendo la protagonista de la emisión de las campanadas desde la Puerta del Sol de Madrid a causa del hype que ella misma crea sobre el modelo que lucirá en el momento en el que las agujas del reloj más famoso del país apunten a la medianoche.
En multitud de ocasiones, la Pedroche ha aclarado que se divierte diseñando sus arriesgados atuendos de año nuevo y que le emociona que gran parte de los españoles estén pendientes de ello. No obstante, la presentadora también lleva años mostrando su hartazgo por los juicios de valor machistas que la opinión pública vierte sobre ella. La crispación en torno a esto se basa en que la de Vallecas no triunfaría en las campanadas, junto al cocinero Alberto Chicote, si no fuera por sus atrevidos vestidos. Ella misma publicó una reflexión en su Instagram en enero de 2022 en la que alude a que "es un cúmulo de insultos y malas palabras".