/ Viral

Victoria Martín, en una imagen promocional del podcast 'Malas personas'. Foto: Podimo
Victoria Martín, en una imagen promocional del podcast 'Malas personas'. Foto: Podimo
Victoria Martín, en una imagen promocional del podcast 'Malas personas'. Foto: Podimo
Victoria Martín, en una imagen promocional del podcast 'Malas personas'. Foto: Podimo

Victoria Martín: «No tiene sentido que estemos más preocupadas por tener pelos en la ingle que de triunfar en la vida»

Esta madrileña de 33 años es guionista, cómica, escritora y colaboradora de televisión y radio. Acaba de publicar su primera novela. Tiene dos premios Ondas por el podcast ‘Estirando el Chicle’, que conduce junto a su compañera Carolina Iglesias y ahora estrena segunda temporada de su proyecto en solitario, ‘Malas Personas’. Se define como payasa profesional y, en esta entrevista, reclama su derecho a ser solo eso: una activista de la risa.

Aurora Muñoz

Este es el año de Victoria Martín (Madrid, 1989). En 2023 ha cosechado el éxito por el lanzamiento de su primera novela, Se tiene que morir mucha gente, publicada por Plaza & Janés en noviembre del año anterior. La obra de ficción cuenta la historia de tres antiguas compañeras de colegio: Bárbara, una guionista frustrada; Maca, una aspirante a actriz que solo acumula rechazos y Elena, que las reúne a todas en una baby shower en la recta final de su embarazo. Este grupo de treintañeras se reencuentra para descubrir que lo único que tienen en común es el paso del tiempo.

Esta idea, que podría formar parte de las tramas maestras de la vida de cualquiera de nosotras, tiene su raíz en abril de 2020, Martín estaba trabajando en el guion de una serie que nunca vio la luz y acabó por reconvertirlo en un libro. Sin embargo, el pasado mes de marzo verTele anunció que Movistar Plus+ podría otorgar una segunda vida a este best seller y darle, por fin, una oportunidad en adaptación a la pantalla. El equipo de guion, en el que se encuentran Martín —que ya trabajó en la plataforma como colaboradora de Las que faltaban y guionista de La Resistencia— y Laura Márquez —exguionista y colaboradora de Late Motiv— ya están trabajando en este proyecto de ficción, que todavía no tiene fecha de estreno. Lo único que sabemos es que su autora no será una de las protagonistas de la serie.

Al final, todo acaba llegando, pero si algo tuvo aquel giro de los acontecimientos es que la obligó a empezar de cero. Fue un 2020 convulso, en el que estrenaba otro proyecto en YouTube que firmaba y protagonizaba con Carolina Iglesias: Válidas. La webserie se fraguó sin apoyos, con una pretendida apariencia autobiográfica, y acabó alcanzando el reconocimiento con el premio a Mejor Serie Estatal y el Premio del Público en la VII edición del festival Carballo Interplay. Allí terminó por afianzarse una alianza inquebrantable, que venía del programa yu No te pierdas nada y las llevó a unirse de nuevo en el podcast Estirando el chicle

El formato arrancó durante el confinamiento con una primera temporada autoproducida y grabada, pero la naturalidad con la que las dos cómicas rajaban con sus invitadas sobre los temas que les indignaban y las anécdotas personales que salpicaban la conversación conquistaron a millones de oyentes. Hoy es uno de los podcast escuchados de España en las listas de Podimo, Spotify y Apple Podcast. El programa ha ganado dos Premios Ondas y tuvo una gira para llevar el show en vivo a sus seguidores, que terminó en septiembre del pasado año con un sold out en el Wizink Center, tras agotar las 12.000 localidades en 17 horas. Las pringadas de la clase —como ellas se autodenominan— se había pasado el juego.

Después de aquel baño de masas, ambas se tomaron un respiro para poder iniciar proyectos individuales. Su compañera Carolina Iglesias arrancó El Carolate, un programa nocturno en exclusiva para Spotify y en ese gap nació Malas Personas, un podcast quincenal en exclusiva para Podimo, que enlazaba en cierta manera con los orígenes de Martín como creadora de contenido. En el tráiler de presentación, recuperaba el personaje con el que se dio a conocer en su canal de YouTube, Living Postureo, para encarnar una influencer que alcanza la fama por su «la falta de moral». Pronto se destapó que el proyecto iba un paso más allá. Martín se convertía en entrevistadora en el podcast para escarbar en los ‘pecados’ que todos cometemos.

«Nadie es bueno ni malo y todos convivimos con una parte oscura que habita dentro de nosotros, a veces está escondida y otras veces no tanto. (…) Es agotador fingir ser buena persona«. Ese era el punto de partida y todos esperábamos encontrarnos con una selección de famosos ‘cancelados’ ante sus micrófonos. Sin embargo, sucedió todo lo contrario. Martín sorprendió en la primera temporada con invitados muy queridos por el público millennial como la humorista y presentadora Eva Soriano, Esty Quesada —conocida en redes como Soy una pringada—, la actriz Anna Castillo, la escritora Elísabet Benavent o su compañera en Podimo, Sindy Takanashi. Los oyentes acabaron por descubrir que la chicha estaba en averiguar, con grandes dosis de comedia, dónde se esconde la tacha en personajes públicos a los que la mayoría no encontramos una pega. Este 8 de junio, el podcast producido por Living Producciones estrenó segunda temporada y Martín ha hecho una parada para contarnos todo lo que se viene.

Acaba de volver Malas Personas y la lata se ha abierto con fuerza. ¿Te esperabas una renovación del formato?

Cuando se abrió está posibilidad, me apetecía hacer algo diferente a Estirando el chicle, que no fuera solo conversación. Echaba mucho de menos escribir y este formato permite hacer unos monólogos que no son tan blancos. Al final se renovó y, oye, yo encantadísima de la vida que Podimo me siga dando dinero, claro que sí.

Cuéntanos, ¿cómo surgió la idea de ahondar en las miserias de tus invitados?

Estaba escuchando una entrevista en la radio a una «modelo-barra-actriz» y se me quedó un titular. Dijo que nunca tenía malos sentimientos. Le estaban preguntando sobre sus grises y comentó algo así como que ella siempre era luz. Ahí pensé: «¡Ya está bien!». Hay una tendencia a convencernos de que las mujeres somos seres impolutos y no es así. Ninguno de nosotros lo somos. La gente es asquerosa y, aunque habrá unos mejores que otros, realmente todos tenemos una parte buena y otra mala. Me parecía muy interesante para explotar en la comedia y hacer que la gente parase de mentir durante un instante. No hace falta venderle a todo el mundo que eres una persona bellísima. Además, esa chica era modelo, no Malala. Nadie pretende que sea buena gente. Nos da igual. Aquello me hizo gracia y, en febrero del año pasado, fui sacando una estructura hasta que se convirtió en programa.

Anna Castillo toca ese punto en su entrevista. Te contaba que a las mujeres se nos ha educado para no ser «malas» y que le cuesta lidiar con esa culpa. ¿A tí también te sucede?

Muchísimo. Vengo del contexto de una educación ultra religiosa en la que se cultivaba la culpa y esa tradición cultural se adhiere a las mujeres hasta acabar convirtiéndose en un mecanismo de control sobre nosotras. Si nosotras empatizáramos un poco menos, hubiésemos conquistado el mundo hace muchísimo. Creo que esa es la clave para que a veces estemos más preocupadas por cuidar a otros, antes que a nosotras mismas. Esto tiene que cambiar. No digo que seas una persona que no piensa en los demás. Ni muchísimo menos, pero creo que, a lo largo de la Historia, las mujeres han pensado muy poco en ellas y mucho en los demás. Lo vemos en nuestras abuelas. No tiene sentido que estemos más preocupadas por tener pelos en la ingle que de triunfar en la vida. Eso también es un arma de represión que hay que erradicar.

Tenemos que hablar del protagonista de tu primer programa de esta temporada: Jordi Wild. No podríamos decir que sea precisamente feminista y, sin embargo, has optado por darle voz. ¿Encontrasteis puntos con confluencia?

Los dos somos creadores de contenido y considero que hace entrevistas bastante buenas en su canal. De hecho, creo que es bastante menos antagonista de lo que se piensa, por decirlo de alguna manera. Al margen de eso, me parece que puedes sentarte a charlar con gente con la que no tengas nada absolutamente en común. No solo en la comedia, sino en general. Tampoco es muy enriquecedor hablar solo con personas que piensan exactamente lo mismo que tú.

No podemos perder la capacidad de debatir con personas que no compartan nuestras opiniones. Yo tengo amigas con ideales políticos completamente contrarios a los míos y seguimos unidas, o compañeras del colegio que son creyentes, mientras que yo no tengo nada que ver con Dios. Es sano. A mí me resulta interesante discutir sobre los grises de un personaje con el que puedes no coincidir y, sin embargo, tiene puntos muy atrayentes. Entiendo que puede haber una parte de la audiencia a la que esto le parezca fatal, porque estamos en una sociedad hiper polarizada, pero este programa huye justamente de eso, de mirarlo todo en blanco y negro.

Hace nada pasabas por Utameda, el podcast de Sindy Takanashi y Darío Eme Hache. Allí dejabas esta frase: «Dentro de la performance que tengo, soy una persona totalmente distinta a la que soy en la realidad». Les asegurabas que detestas ser la protagonista. Con esa personalidad y la exposición que supone este trabajo en redes, ¿cómo se lleva el hate?

Disociando, básicamente. Yo soy una cómica. Esto es un trabajo. Yo hago entretenimiento, no soy una figura política. Lo he repetido 350.000 veces. Tengo mis ideas políticas, como todos los ciudadanos. Soy muy clara con respecto al feminismo, con respecto al abolicionismo, pero ya está. Si luego queda algún mensaje, estupendo; pero mi labor es hacer reír.

@soysindytakanashi @Victoria Martín y @Carmen Romero en Queridas Hermanas siempre en @podimo_es #podcast #queridashermanas #mujerescomicas ♬ sonido original – sindy Takanashi

Ya habías estado antes con Takanashi en Queridas Hermanas y entonces comentabas que la palabra cómica se ha desvirtuado mucho. ¿Por qué crees que se ha producido esta burbuja en el humor? ¿Crees que habrá un estallido?

Bueno, cada uno que haga lo que quiera con su vida, con su trabajo y la forma de enfocarlo. Me preocupa más la capacidad que estamos teniendo para no reírnos en absoluto de nosotros mismos. La gente entiende todo literalmente, cada vez más. Con todo, me parece absurdo el alegato de los cómicos que dicen que ya no se pueden hacer chistes de nada, porque lo proclaman desde un altavoz y una posición de absoluto privilegio. Está todo súper polarizado. Me parece que cada cual asume unas consecuencias derivadas de su trabajo y es lo que hay.

Debemos entender el objetivo que tiene el humor y no se puede poner a las cómicas en la posición de activistas, de políticas o de líderes de opinión. No tenemos esa tarea. Es evidente que en todo lo que escribo para intentar hacer reír subyace siempre una crítica, porque es la forma en la que me gusta hacer comedia, pero otras compañeras mías no lo hacen de este modo, sino que simplemente apuestan a la risa por la risa y eso me parece estupendo también.

La gente debe entender que posicionarte también te resta muchísima capacidad para luego poder hacer humor, así que no me pongáis ahí, por favor. No quiero estar en ese lugar. Ahora ha venido Amelia Tiganus a Malas Personas, ella es una de las activistas que más admiro y me parece súper importante su mensaje, pero yo no me dedico a eso. Solo quiero hacer risa y hablar de «caca, pedo, culo y pis».

Tenemos ya disponible en Podimo la última entrega de esta temporada de Estirando el Chicle, que volvió después de una larga espera. ¿Qué significa este espacio para ti?

El chicle es el proyecto de mi vida. Nos ha dado muchísimo a todos: a Carolina, a mí, a Nacho, a Susi y a todas las personas que forman parte del equipo. No es por tirarnos flores, pero hemos construido un podcast genuino, con una narrativa muy guay, muy bonita y que ha conseguido llevar al mainstream entrevistas a mujeres. No había ningún otro formato que fuera de este modo. Hace poco nos pasó que, cuando salimos de grabar el programa de Silvia Abril, comentábamos que el contenido será mejor o peor, pero son cosas que solo pasan en El Chicle, por mucho que otros podcasts copien el concepto. Si este programa ha dado pie a que se amplie el círculo de espacios para las mujeres, me parece fantástico. Lo digo de verdad. A lo que me refiero es hemos logrado una magia especial. Nos conocemos mucho, sabemos hacer comedia juntas y sobre todo, queremos que las invitadas que vienen se sientan a gusto, se abran lo que quieran y se rían. Mientras tengamos eso, seguiremos.

Llevas mucho camino recorrido con Carolina Iglesias. ¿De qué manera ha evolucionado vuestra relación profesional a lo largo de todos estos años? ¿Es una unión indisoluble?

Está guay que las dos tengamos otras ambiciones profesionales y que nos apetezca hacer otras cosas, pero es evidente que nosotras funcionamos muy bien juntas. Estamos a gusto y podemos confiar la una en la otra, esa es la base de nuestra relación como compañeras. A veces le digo: «Cuando seamos viejas, solo sabremos lo que hemos pasado tú y yo». Nos van a quedar recuerdos para toda la vida: todos los momentos de esa gira, el Wizink y las mujeres increíbles que se han puesto delante de nosotras a hablar, que somos dos puñeteras tronchas. Esa vivencia entre las dos es irremplazable, es imborrable.

Juntas llenasteis el Wizink Center. Lograsteis hacer historia con un sold out en 17 horas. ¿Cómo llevaste la transformación de un podcast grabado en la intimidad del estudio a un show de masas?

Ay, pues la verdad es que al principio lo llevé bastante mal. Yo soy muy tímida, tengo un poquito de pánico escénico y tuve que ir cogiendo confianza poco a poco. Carolina me ayuda un montón en eso, porque ella el directo lo llevaba mucho mejor que yo, tiene más tablas y ha sido bastante apoyo. Sin ella, me habría muerto encima del escenario, pero luego ha sido muy guay. Hemos conocido un montón de ciudades y, sobre todo, tuvimos la oportunidad de poner cara al público que te escucha. Eso mola bastante.

Sobre estas líneas, vamos a dejar a los lectores un vídeo recopilatorio con las respuestas de tus invitados a la pregunta clásica de tu podcast: ¿cuándo has sido mala persona?. No nos podemos despedir sin que bueno nos hagas tú la misma confesión.

Ahora voy a contestarte lo de la modelo: «Yo no tengo grises». ¿Te imaginas? La verdad es que soy más mala cuando soy incapaz de enfrentarme a las cosas. Me cuesta muchísimo afrontar los problemas y doy viajes de 360 grados para evitar decir: «No quiero ir a este sitio»  o «No quiero hacer esto». Me he visto envuelta en mogollón de problemas por no tener las narices y el coño de decirle a alguien: «Oye, mira, no quiero ser tu amiga». Soy bastante cobarde y también muy criticona. Me encanta poner a parir a la gente con mis amigas, pero odiar juntas a la misma persona es algo que une muchísimo. Es casi Super Glue.