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Hoy es el futuro

Hoy es el futuro Bob Pop: "Nos resbala que un bulo sea una mentira, porque refuerza nuestros odios y prejuicios"

Bob Pop cree que muchos se tapan los ojos ante los bulos y fake news, aunque sean mentira, si refuerzan sus odios y prejuicios. / LATE MOTIV
Bob Pop cree que muchos se tapan los ojos ante los bulos, aunque sean mentira, si refuerzan prejuicios. / LATE MOTIV

Es feo decirlo, pero si no conocen a Bob Pop se lo están perdiendo. Quizás llegue un día en el que España guarde en su caja del futuro textos y vídeos de Roberto Enríquez (Madrid, 1971) para que las nuevas civilizaciones, de aquí o del más allá, sepan qué era esto.

Hasta ahora, Roberto ha estado entre bambalinas (guionista, bloguero, columnista…) y Bob (erudito artista de varietés) se ha bronceado a gusto bajo los rayos uva y centellas de las cámaras, porque en este país no eras alguien hasta que salías en la tele.

De cerebro en la sombra de Late Motiv a dar la cara en el show de Andreu Buenafuente, donde no ha dejado de sentar cátedra, aparentemente frívolo pero docto, porque él sabe travestirse para que su verbo cale en la masa.

Es un etólogo disfrazado de pintón, o un flâneur castizo que se pasea por nuestras vergüenzas, o una señora que parece matar el tiempo con el Hola en la peluquería cuando en verdad está escribiendo un tratado de antropología.

Roberto Enríquez se pone delante del espejo para que veamos el reflejo de Bob Pop, o sea, su sombra radiante, aunque durante la caverna del confinamiento ya no sabíamos cuál era la realidad compleja y la superficial.

Tiene mucho de Dorian Gray porque él es nuestro Oscar Wilde: observador y cáustico, esteta y profundo, revelador y escandaloso, verborreico y brillante. Farmacia 24 horas de la genialidad, ¿cómo tomarse en serio a Bob Pop? Mediante la ironía, el planchado al revés de la inteligencia.

Ha visto pasar por Hoy es el futuro a científicas, economistas, intelectuales, sexólogas y hasta a su propio jefe, pero nadie mejor que este prodigio de la naturaleza para hablar de la España que viene, porque para disertar sobre el mañana hay que apoyarse en el bastón del presente.

¡Larga vida, Bob! Ya no hay stop.

¿Cómo lo ve?

Pues no lo veo. Todo ha pegado un vuelco tan grande que siento que no tengo elementos sobre los que proyectar el futuro. Antes tenía certezas del presente y, para imaginar el mañana, iba reescalando. Sin embargo, el hoy me provoca ahora tal estupefacción —porque comprende tan pocos elementos sólidos, seguros y terrenales— que soy incapaz de concebir qué viene después.

¿Qué tal ha llevado su marido su cuarentena?

Muy bien. Yo sufro esclerosis múltiple y tengo movilidad reducida, por lo que es mi cuidador, de modo que cocina, limpia y, durante la cuarentena, me montaba el escenario y se encargaba del atrezo y la iluminación para que yo pudiese entrar en directo en el programa. Él también curra en casa y nos llevamos muy bien: solo tenemos conflictos con el ancho de banda, porque hay que compartirlo para trabajar, porque estamos todo el tiempo con videoconferencias...

"Si yo fuera el coronavirus, me habría cebado con España"

Pero es un placer, porque llevamos diecisiete años juntos, nos conocemos perfectamente y nos lo pasamos muy bien, pese a vivir en un pisito de cuarenta metros cuadrados. Lo nuestro tiene mucho mérito.

Usted trabajaba de lunes a jueves en Madrid y luego regresaba a Barcelona, aunque el coronavirus lo pilló de gira en Canarias.

Estaba representando mi monólogo, Los Días Ajenos de Bob Pop, basado en los diarios publicados por Somos Libros, cuando se desencadenó todo. Mi neurólogo me recomendó que me encerrase en Barcelona y, desde el 13 de marzo, no he salido a la calle. Mi marido va a la farmacia, hace la compra, baja a los recados... ¡Es un santo varón!

Antes del estado de alarma, se sometió a un tratamiento inmunodepresor que le baja las defensas. ¿Ha pasado miedo?

No, porque soy bastante inconsciente. He tenido algo de ansiedad, aunque yo siempre quiero ser muy buen enfermo. Mi máxima preocupación, más que enfermar, es: "¡Madre mía, me van a tener que meter en la uci! Qué engorro, con lo liados que están. ¡Yo no quiero molestar!". Mi angustia, básicamente, era no incordiar a los sanitarios.

"Aunque escribo, soy un lector muy disfrutón. Yo no leo como escritor, sino que escribo como lector"

En casa, somos muy cuidadosos: cada día nos tomamos la temperatura, dejamos la compra en cuarentena, desinfectamos los productos con alcohol... Miedo no he pasado. Preocupación, sí, pero también la tengo de cara al futuro. Mientras no se descubra una vacuna, no siento la euforia de tanta gente por salir, como si aquí no hubiera pasado nada.

¿Con quién le gustaría haber estado confinado?

Con mi marido. Ha sido el plan perfecto. Si no, me hubiera gustado tener una casa muy grande y montar una especie de comuna con un montón de amigos. Habría sido maravilloso confinarnos en grupo.

Los amigos que queden fuera se van a mosquear, pero quiénes serían...

Paco Tomás, Leonor Watling, Guillem Clua, Javi Giner, Eva Hache… Antes del estado de alarma, ya habíamos organizado el Gobierno en la sombra: una comida o cena mensual en la que nos reuníamos todos. Después de enclaustrarnos, hemos seguido tomándonos el vermú los domingos para darnos un poco de ánimo, cariño y compañía.

¿Quién no desearía que se colase en su casa?

¡Uf! Yo soy muy selectivo con la gente que entra en mi casa.

Si fuese inevitable, ¿el peor durmiendo con su enemigo sería…?

Bueno, no querría que estuviesen Santiago Abascal ni tampoco Pablo Casado. ¡Bueno, ni Isabel Díaz Ayuso! Porque esta se cuela en las casas y no paga...

Roberto Enríquez de día, Bob Pop de noche: farmacia 24 horas de la genialidad. / LATE MOTIV
Roberto Enríquez de día, Bob Pop de noche: farmacia 24 horas de la genialidad. / LATE MOTIV

¿Hemos pasado de la prensa rosa a la prensa roja? 

Claro, [la difusión de cotilleos sobre los dirigentes de la antes llamada nueva política] es un paso más de la locura de las fake news y la posverdad. El fenómeno del caso Merlos y su divulgación en programas como Sálvame no ha sido más que una proyección. El chisme, tal y como está contemplado en el modelo salvamizado de la televisión, nos ha dado la posibilidad de que nos importe muy poco la verdad mientras nos divierta. Eso ya pasaba con los realities: ¿está preparado o no?, ¿acaso serán actores? "¡Da igual, mira qué divertido es!".

"No temo infectarme de coronavirus porque soy bastante inconsciente. Pero me preocupaba tener que ingresar en la uci, pues no quiero molestar ni incordiar a los sanitarios"

Esto sucede una vez que lo asumimos como un entretenimiento legítimo, una postura que ha terminado contagiando a las noticias, léanse las que afectan a algunos líderes de Podemos. Cuando un bulo nos da la razón respecto a nuestros odios, nos resbala que sea cierto o mentira, porque en realidad está reforzando nuestros prejuicios. De modo que, en el fondo, cumplen una función social...

¿Cuántos libros se ha leído durante el confinamiento?

Uno o dos por semana.

Menos que durante las vacaciones, cuando se da un atracón.

Claro. Durante la cuarentena hubo mucha gente que no se podía concentrar, sin embargo a mí me ha ocurrido lo contrario. Los libros para mí siempre han sido un refugio. Estoy leyendo de una forma distinta, mucho más evasiva, eligiendo una literatura donde me puedo zambullir. La lectura es el momento de desconexión máxima.

¿No desconecta con la tele?

No, porque estoy trabajando. Cuando la veo, pienso en cómo se hace esto o aquello. Aunque escribo, soy un lector muy disfrutón. En ese sentido, no leo como escritor, sino que escribo como lector. Y cuando me pongo, mi máxima es la siguiente: "Mi criterio al escribir debe ser tan estricto como el que tengo leyendo —la diversión, el disfrute, etcétera—, pero leo por goce y evasión".

Bob Pop, guionista, escritor, monologuista, crítico de televisión y Roberto Enríquez. / LATE MOTIV
Bob Pop, guionista, escritor, monologuista, crítico de televisión y Roberto Enríquez. / LATE MOTIV

¿Se imaginas un giro de la cinematografía española: de la guerra civil a, valga el maldito lenguaje bélico, el combate contra el coronavirus?

No me lo quiero imaginar. Espero que no pase, porque odio la comparación bélica con la enfermedad. No obstante, ya la odiaba antes: "Luchó contra una dura enfermedad". No, no, no… Tú no luchas contra una enfermedad, sino con la tentación de no levantarte de la cama. Contra la enfermedad luchan los médicos, aunque tampoco se trata de una guerra, sino de otra cosa.

Sin duda.

En todo caso, espero que no haya un género coronavírico: Así lo vivimos, Esto es lo que pudo haber pasado... Sobre todo porque no sé cuándo vamos a poder tomar distancia de esto. De hecho, la mejor película sobre el sida se hizo en Francia mucho tiempo después de que comenzaran a rodarse las primeras: 120 latidos por minuto (Robin Campillo, 2017).

"Odio el lenguaje bélico del coronavirus: tú no luchas contra una enfermedad, lo hacen los médicos"

Las que se produjeron durante aquella epidemia no me parecieron tan buenas, por lo tanto deseo que no nos machaquen con gente en sus casas... Sería bueno para los productores, porque no se gastarían mucha pasta, pero me gustaría ahorrarme todos los guiones, novelas y películas del confinamiento.

En Cuando haces Bob ya no hay stop habla de los grandes enfados que han cambiado el mundo. ¿Qué adelanto sacaremos de este cabreo?

No nos va a llevar a nada bueno, porque es un cabreo estéril. En mi libro hablaba de mosqueos que habían hecho cambiar las cosas para bien. En este caso, si fuese así, no va a ser por el enfado, sino por el cuidado entre nosotros. Quiero creer que esto va a pasar, mas no lo tengo tan claro...

España ya era un disparate. El coronavirus, si fuese más observador, podría haber pasado de largo por este país, que ya venía con la tragicomedia incorporada de serie.

No te creas. Si yo fuera el coronavirus, me habría cebado con España. Aunque solo fuese por diversión: "¡¿A ver estos cómo reaccionan ante tamaño despropósito?!". Y realmente hemos estado a la altura, ¿eh?

¿Una enseñanza personal y otra que debería haber aprendido la sociedad?

Yo creo que no he aprendido nada. Solo a callarme. ¿Y que tendrían que haber aprendido los demás? No soy nadie para dar lecciones.

¿Qué recordaremos de todo esto?

El silencio en las calles.

Y eso que no la ha pisado.

¡No he bajado ni de coña! De hecho, si puedo no salir hasta después del verano, aquí estaré. Mi sueño es recibir en casa, pero no estoy nada ansioso por dar una vuelta por ahí.

Imagínese que el primero de octubre decretan que al día siguiente habrá un confinamiento de por vida. ¿Qué es lo primero que haría la víspera?

Nada. Me iría a mi casa, porque no querría tener un recuerdo de ese último día.

¿Seremos los mismos?

Sí. Seremos menos, pero los mismos.

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La pajarita de Bob Pop y un señor español con pinta de estar pensando. / LATE MOTIV
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